En la década de los 80, cuando se recibían las noticias del secuestro de políticos, así como asesinatos de jueces y militares por parte de los cárteles colombianos, parecía tan lejano que eso ocurriera en México.
La advertencia de que México había entrado a la ruta de la “colombianización” igual se tomó a la ligera, hasta que la realidad rebasó a las autoridades y la capacidad de asombro de la sociedad.
Como ocurrió en esa nación sudameriacana, la escalada de violencia ha alcanzado a los jueces y a los militares.
A las miles de muertes violentas ocurridas, este año se deben agregar los crímenes ocurridos de un juez de control y un general en Zacatecas.
El 24 de noviembre fue asesinado el coordinador de la Guardia Nacional en aquella entidad, en un enfrentamiento con un grupo de la delincuencia organizada, según el reporte oficial.
Se trató del general José Silvestre Urzúa Padilla, ultimado por un delincuente durante el operativo realizado en Pinos, un pequeño municipio entre las fronteras de San Luis Potosí y Aguascalientes.
La semana pasada murió también en ese estado el juez de control Roberto Elías Martínez, atacado a balazos, confirmó Arturo Nahle García, magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia.
De acuerdo con datos expuestos por el rector de la Ibero Puebla, Mario Patrón, el sexenio de Vicente Fox dejó un saldo de 60 mil muertes violentas y con Enrique Peña Nieto fueron 156 mil.
Andrés Manuel López Obrador cuenta 138 mil asesinatos en cuatro años de gestión, que se suman a las más de 414 mil muertes violentas registradas desde 2006.
Además, la última década han ocurrido al menos 90 mil 000 desapariciones, expuso el rector de la universidad jesuita.
En este contexto de violencia y muerte, aparecieron mantas colgadas en puentes peatonales en municipios metropolitanos, con leyendas firmadas por un presunto grupo delictivo que se asume como “dueño” de Puebla.
La aparición de estas lonas, el gobierno estatal las calificó como obra de un “Guasón poblano”, pues se trataba de “una broma”.
El hecho no deja de preocupar e inquietar a la sociedad poblana, y está en manos de las autoridades correspondientes la paz y tranquilidad del estado, con todo y lo grave de los hechos de violencia ligada a la delincuencia.
Pablo Ruiz
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