Política

Lo que no debe ser

Desde hace mucho tiempo la palabra deber ha sido rehén de su carga semántica. Su mención suena a mandato, tarea por hacer, imposición, a rancia moralina. Son pocos quienes encuentran en ella un sentido positivo, incluyendo, incluso, a muchos eticistas.

Sin embargo, cuando al deber le miramos y tratamos de cerca, cuando le conocemos en profundidad, no pasa mucho tiempo sin que éste nos desvele su sentido y una de sus muchas utilidades prácticas: desvelarnos sin cortapisas la realidad que nos rodea. Cuando esto sucede nuestra percepción hacia dicha noción cambia dramáticamente. Me explico.

Nuestro día a día transcurre en medio de un sinnúmero de situaciones, controversias y dilemas que nos parecen vomitivos, injustos, ingratos e, incluso, infames. Tanto, que lo único que alcanzamos a decir es eso-no-debe-ser. Como la lista es larga, solo señalaré un par de casos fáciles de identificar.

No debe ser que un niño deserte de la escuela para evitar el riesgo de que un narcotraficante lo levante durante el trayecto. Tampoco debe ser que, a falta de autoridades competentes que velen por su seguridad, aprenda a usar un rifle para defenderse de sus posibles captores. No debe ser que las comunidades organicen cuadrillas de autodefensa para sobrellevar la violencia e inseguridad que les acecha. No debe ser que en México haya niños soldados.

No debe ser que muchas mujeres indígenas sigan pariendo colgadas de la rama de un árbol, porque no tienen forma ni recursos para acceder a servicios médicos básicos. Tampoco debe ser que un derechohabiente muera esperando la cita con el especialista. No debe ser que las mujeres den a luz en una camilla o en sábanas regadas sobre el pasillo de una sala de emergencias. No debe ser que los pacientes renales peleen con uñas y dientes para que no les saquen de la lista de los elegidos para recibir hemodiálisis. No debe ser que a los enfermos de cáncer les pospongan durante días o meses sus tratamientos. No debe ser que los hospitalizados duerman en el suelo y sus parientes les lleven sábanas, gasas, pañales, agua y algunos medicamentos que dejaron de ser un mínimo básico, para convertirse en un artículo suntuario imposible de ser abastecido.

Mucho menos debe ser que para que “los más pobres” hagan efectivo su derecho a la salud, tengamos que “cooperar” comprando un cachito de la rifa del avión presidencial. Eso-no-debe-ser

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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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