El mes de abril se conmemora la Enfermedad de Parkinson.
Fue el Dr. Parkinson quien descubrió que la enfermedad tenía su origen en un órgano:
El cerebro.
Inicialmente se confundió la patología con otros males como la depresión, convulsiones o fenómenos “histéricos”.
El rostro inexpresivo o acartonado es uno de los signos más frecuentes, además de los movimientos lentos al caminar o hablar.
Hoy sabemos que el neurotransmisor conocido como dopamina es el causante de este trastorno neuromuscular; las cantidades de producción de dopamina cerebral están reducidas; por tanto la meta terapéutica es aumentar la producción de dopamina.
Hoy existen varias fármacos que realizan esta función; claro, no están exentos de efectos colaterales.
El paciente con Parkinson suele observar cómo se va deteriorando poco a poco su movilidad, y va en incremento su disfunción para comer, deglutir y escribir.
Cursan con periodos depresivos e insomnio, que en no pocos casos terminan en brotes psicóticos.
La aparición del Parkinson está íntimamente asociada al factor edad; las personas mayores de 60 años lo padecen con más frecuencia; aunque existen otros factores vinculados como los traumas o golpes repetidos en la cabeza como es el caso de los futbolistas y boxeadores.
La respuesta inicial al tratamiento es favorable; sin embargo, a largo plazo, los beneficios ya no son tan espectaculares; y el deterioro físico y cognitivo del paciente puede ser progresivo afectando y aumentando los efectos propios del envejecimiento.
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