¿Cuál es la tarea de un médico? Aliviar enfermos, curar el dolor, acompañar a los pacientes hasta su último respiro. A primera vista parecen tareas sencillas; sin embargo la siguiente pregunta es ¿cómo hacerlo? La respuesta rápida es con preparación y estudio, con mucha práctica y dedicación; dicho de esta manera parecería muy sencilla la práctica médica; y en parte lo es. Pero existen otros factores en la práctica médica que forman y transforman a un médico a lo largo de su vida.
Estos factores están de alguna manera relacionados. El primero tiene que ver con la muerte y la enfermedad; siempre el médico caminará al lado de la enfermedad y en el camino se encontrará con la muerte de los demás, hasta encontrar su propia muerte.
La enfermedad y la muerte lo ponen a prueba diariamente; alimentan su ego y frustración; como un juego de sube y baja.
Por momentos el ego nublará su razón, lo hará sentir invencible y gigantesco; pero tarde o temprano la muerte le recordará lo frágil y vulnerable que es; el olor a muerte impregnará su cuerpo, su aliento absorberá la putrefacción de los tejidos, su sudor tendrá el sabor de la derrota; sus ojos reflejarán la intención fallida.
Eso es lo realmente difícil de la práctica médica; enfrentarse cara a cara con el padecimiento del otro; a sabiendas que el triunfo es pasajero; que terminará encontrándose de frente y sin obstáculos al paciente inmóvil, frio, inerte, pálido y amoratado; esa rigidez corporis que hiere y lastima; que arrastra y ensucia al médico más sabio.
Creo que esa es la verdadera misión de un médico, saber soportar esta desdicha; conocer a esa despiadada compañera que es la enfermedad; y cuando ya no hay fuerza, cuando ya no hay ánimo, cuando la muerte ajena lo aplasta y lo humilla, ahí es donde el médico saca fuerzas de la flaqueza y se vuelve a levantar para recomenzar la eterna batalla.
Es ahí donde cada médico en solitario, se mide a sí mismo.
vademecum_64@yahoo.com