La llegada del otoño, el noveno mes del año y el paso nueve del programa de alcohólicos anónimos me invitan a hacer una reflexión sobre la importancia de reparar daños a las personas que hemos ofendido.
El paso nueve, de los 12 de AA, dice que “reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros”.
En muchos grupos anónimos en el mundo, este paso se estudia justo en el noveno mes del año.
Por si fuera poco, como escribí ayer en mi artículo de milenio.com, la llegada del otoño esta semana está asociada emocionalmente con tiempos de renovación, de reflexión, de arrepentimiento y de renacimiento de un nuevo yo.
Como sucede en los programas de rehabilitación de adicciones y de codependencia, reparar daños a las personas que pudiéramos haber ofendido, implica la honestidad y humildad, en primer lugar, de asumir nuestra responsabilidad y lo que posiblemente causamos en otros.
Y una vez que hemos hecho ese minucioso examen de conciencia, cuando hacerlo no implique dañar más a la persona o a terceros, buscamos reparar directamente, así sea pidiendo perdón o haciendo lo necesario para estar en paz con los demás y con nosotros mismos.
En ocasiones seremos perdonados, otras veces quizás la persona dañada no quiera saber nada de nosotros y en muchas ocasiones ya no será posible hacer esta importante acción de manera personal o presencial.
Lo relevante es aceptar nuestra responsabilidad, tener el sincero deseo de reparar, aceptar las consecuencias y sin expectativas, ofrecerle al otro nuestra honesta actitud.
Quizás sea un buen momento de hacer una lista y reparar a quienes hayamos ofendido últimamente, para estar en paz con nosotros mismos.
