Ayer hablábamos en un círculo mágico sobre placer sexual femenino, sexualidad sagrada de solsticio y me dieron muchas ganas de escribir esta columna.
La guía nos sugirió un ejercicio: pasar una hora acariciándonos el cuerpo como un ejercicio de presencia y placer.
Inmediatamente me sentí incómoda con la idea, porque, ¿una hora?
¿En serio? ¿Y los trastes? ¿Y la comida? ¿Y la ropa que hay que lavar?, además, pasar una hora tocando un cuerpo por inmenso que éste sea, suena monótono, difícil, incluso “incómodo”, como lo sugirió la misma maestra.
El placer que nos ha sido tan negado a las mujeres ha resurgido estos últimos años en forma de menor tabú al hablar de sexo en pareja o usar juguetes sexuales, pero, el placer de habitar nuestro cuerpo, de reconocerlo y de sentirlo sin buscar un fin (como cuando buscamos el orgasmo) más que la misma presencia me parece un territorio completamente nuevo.
¿Por qué nuestra existencia debería brindarnos placer? ¿Por qué sostener nuestra humanidad, nuestra maternidad, nuestro embarazo, nuestra lactancia, nuestros proyectos, nuestros sueños es algo sexual? ¿Por qué hay energía sexual en el todo?
Dar y recibir, es la forma como funciona el Universo.
Al estar dispuestas a darnos a nosotras mismas ese tiempo diario de autoexploración no instrumentalizada, no buscando la finalidad del orgasmo, abrimos nuestro cuerpo a la posibilidad de sentir el placer de ser, el placer de estar en este momento, aquí y ahora, así como las aves vuelan y los árboles hacen fotosíntesis, así como los ríos corren y existen y están allí sin ser conscientes de la finalidad que otros les atribuyen y sólo se limitan a existir y sostener esa existencia, como un desafío y una declaración de presencia.
Así, declarándonos dueñas de nuestro tiempo, nuestro cuerpo, sin instrumentalizarlo es cómo podemos desaprender todo lo que sabemos hasta ahora sobre el placer y reaprender de mejor manera a habitar nuestro cuerpo y todas las realidades posibles.
Sentir placer es un acto revolucionario, habitarte en presencia constante es un acto anticapitalista, ser mujer y apropiarte de ti misma es un acto de libertad.
