La tragedia en el Puente de la Concordia en la Ciudad de México, donde la explosión de una pipa de 50 mil litros ha dejado un saldo preliminar de 14 personas fallecidas, trajo de nuevo el debate sobre la regulación del transporte de combustible.
No es la primera vez que suceden este tipo de accidentes fatales en nuestro país, y tampoco es la única ocasión que un asunto de esta naturaleza es tema de discusión en la opinión pública, pero lamentablemente se va diluyendo conforme pasan los días.
Como medios de información serios, en Milenio nos preocupa seguir analizando la actuación de la autoridad competente, que debe meter mano en las normativas para las empresas que trasladan productos inflamables y dado el riesgo que representan para los ciudadanos.
Nada menos este domingo en la autopista México-Tuxpan, tres personas perdieron la vida luego de que el vehículo en que viajaban, chocará de manera frontal contra una pipa con hidrocarburo. Según el reporte oficial, las autoridades investigan la mecánica de los hechos para deslindar responsabilidades.
La nota de mi compañero Jesús Zavala refiere que debido a que este siniestro ocurrió en la zona de la Sierra Norte de Puebla, en cercanía del municipio de Venustiano Carranza, paramédicos de Cruz Roja de Puebla y rescatistas llegaron hasta el lugar de los hechos donde comenzaron a dar atención a los afectados en el área.
Sin embargo, al revisar a los tripulantes la unidad particular, confirmaron que tres de los ciudadanos ya no contaban con signos vitales, por lo que enfocaron sus esfuerzos en dar atención a un sobreviviente.
Esta ocasión se trata de gasolina, aunque no se ha determinado quién pudo tener la responsabilidad, es evidente que estas unidades representan un peligro en las carreteras del territorio nacional.
Por esa razón, se debe poner mayor atención en las condiciones mecánicas de los carro tanques, y sobre todo en la capacidad de los choferes, que muchas de las veces llevan días sin descanso.
En lugar de pedir moches para dejarlos circular con dimensiones excedidas o con unidades en pésimas condiciones, la Guardia Nacional debería verificar que los conductores tengan las habilidades para llegar a su destino sin contratiempo, y no lamentar la pérdida de vidas humanas como ha sucedido en las últimas semanas a causa de estas bombas de tiempo rodantes.
