Las políticas públicas impactan en un amplio espectro de la vida de la persona. Recientemente se conmemoró el Día Internacional de los Derechos Humanos, y aprovecho la efeméride como punto de partida para visibilizar las amplias carencias que aún padecen distintos sectores de nuestra comunidad.
Y es que cuando se habla de derechos humanos, se suele pensar en un asunto que involucra a comisiones, procuradurías u organizaciones no gubernamentales que promueven su ejercicio.
El caso es que pueden ser tan variados que por lo mismo se consideran como un tema etéreo, sin un referente o asidero concreto.
Está ahora en boga la promoción de los de la mujer, así como a la no discriminación de las minorías. Y qué bueno que así sea.
Incipientemente se hablaba del derecho a la vida, la libertad de asociación, de expresión, libertad religiosa, al voto, a ser votado, entre otros.
Tratamiento aparte merecen el derecho a la protección social de la salud, al trabajo, la alimentación, educación , vivienda o seguridad social, la educación, la cultura y el esparcimiento.
Ahora la discusión se centra en asuntos de avanzada como la protección de los datos personales o el desarrollo sustentable, la preservación de un medioambiente sano, la autodeterminación de pueblos y comunidades, la protección del patrimonio cultural, y a la paz.
Conviene detenerse una vez al año, a cuestionar nuestro entorno:
¿Cómo son nuestros servicios de salud? ¿Tenemos acceso a ellos? ¿Cumplen con el fin para el cual fueron creados? ¿Hay libertades sindicales? ¿Los sueldos son suficientes para cubrir las necesidades básicas de sus trabajadores y sus familias?¿La vivienda es asequible y de calidad? ¿La población tiene acceso a sus satisfactores básicos?
¿O sobrevive entre necesidades y carencias? ¿La educación es de calidad? ¿Los recursos naturales se preservan, o se hipoteca el patrimonio de las próximas generaciones?
¿Qué son para mí los derechos humanos y cómo los ejerzo?
mario.arteaga@milenio.com