Reportar, dar cuenta, grabar, ser articulista, hacer editorial o crónica, ser "monero" (caricaturista) o reportero gráfico, vamos, ser periodista, es cada día más riesgoso. Estar en el lugar y en el momento que los hechos generan noticia, puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte, de ello dan cuenta no pocos desaparecidos o muertos en el ejercicio de su profesión. De 2003 a 2016 han desaparecido 23 periodistas en país, el 96 por ciento cubrían temas de corrupción y delincuencia. En 2015, 14 fueron asesinados y en lo que va de 2016, 9 murieron. Y nuevamente Veracruz pone de luto al gremio: en Tierra Blanca, el miércoles 20 de julio asesinaron al periodista Pedro Tamayo Rosas; en Chiapas, las agresiones quedaron documentadas por una compañera de un periódico local que cubría el desalojo de un bloqueo de la Sección 22 de la CNTE en aquella entidad, razón por la que fue agredida.
Reporteros Sin Fronteras ha dado cuenta que México es uno de los países más peligrosos para ejercer el oficio: el tercero en el mundo.
Ser periodista requiere de una mirada aguda que observa el transcurrir con lupa y advierte lo que no encaja, lo insólito y da cuenta de ello, con el fin de ofrecer a lectores y espectadores información clara y oportuna. A la sociedad ocupada o sumida en sus problemas ha de contársele la verdad, para que no sea el rumor, la desinformación o las leyendas construidas sin base alguna, lo que ocupe los espacios informativos.
Hoy, reportear con un celular que grabe o fotografíe, y tomar notas da pretexto para que se capturen rehenes por la fuerza, en venganza de quienes dan cuenta de los hechos.
En el informe de Periodistas Desaparecidos en México de febrero de 2016, publicado por la organización independiente "Artículo 19", se consigna que hay un patrón en la desaparición de periodistas, ya que la mayoría recibieron amenazas previas por publicar temas del crimen organizado, violencia o corrupción que la autoridad no escuchó ni atendió.
El Estado de México no encabeza la lista, se podría decir que se vive en un estado de libertad de expresión, a diferencia de Veracruz, Tamaulipas o Michoacán; pero debemos estar alertas, si se permite que las voces periodísticas callen, se está favoreciendo que la barbarie, el caos y los intereses oscuros sustituyan a la información.
En una democracia, la libertad de expresión es un valor superior. Los que piensan igual y los que piensan diferente, caben. El otro no podrá mirar los acontecimientos como yo, pero siempre estaré dispuesta a todo por defender su derecho a expresarlo.
Descanse en paz el compañero muerto esta semana en Tierra Blanca, Veracruz.