No ganó la guerra fría. No fue la historia de Aníbal frente a Escipión. No gozan hoy ni el viejo exilio de Miami, ni los que viven alimentándose de derrotas. Es la derrota del “comes y te vas”. Gana José Martí y gana la autodeterminación de los pueblos.
En México se enaltece la defensa de Lázaro Cárdenas contra el cerco impuesto desde la OEA y que derivó en la posición histórica de solidaridad de México con Cuba. Gana hoy la olvidada Doctrina Estrada.
Feliz estarían Nelson Mandela, Bolívar y, sin duda, festejaría el Ché desde su visión guerrillera, que en los años 60, tras las amenazas contra Cuba y la represión de las oligarquías contra sus pueblos, se veía como única salida posible. Hoy la diplomacia sustituyó la lucha armada y triunfa por caminos inéditos.
Gana América Latina en su conjunto y ganó, sobre todo, el pueblo de Cuba, que resistió luchando por sus derechos a la salud, la cultura y la educación. Es la obra de Fidel y la de los intelectuales revolucionarios cubanos, hijos y herederos indiscutibles de José Martí, que con las armas y la diplomacia han luchado por consumar su independencia. Gana un modelo de democracia participativa. Históricamente, era fundamental que no triunfara el bloqueo ni la visión imperial.
Hoy el principal reconocimiento es al pueblo de Cuba y su gobierno, en esta nueva etapa de relación con Estados Unidos, sin romper con sus principios y su autodeterminación.
Hoy Cuba está en camino a convertirse en una potencia económica, ecológica y social, detonadora de nuevos procesos y conceptos humanísticos, pese a las carencias económicas. Si la cultura y la educación son hoy los conceptos que otorgan el desarrollo humano integral (léase Agenda 21 Río 1992), la Cuba bloqueada logró los más altos indicadores de acuerdo con la Unesco, logrados fuera del hegemonismo del Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y su panamericanismo dictado por el Consenso de Washington.
Cuba hoy está en la antesala para un salto al desarrollo, como lo ha estado Vietnam. El reencuentro hace que el pueblo soberano de la isla, gane posición dentro de Estados Unidos, extendiendo su dignidad y su fuerza. Pronto se hará sentir su fuerza económica y comparativa.
La decisión de Barack Obama ahora se enfrentará al Congreso de mayoría republicana que buscará continuar el bloqueo; sin embargo, no será éste el que decida, sino será el gran potencial económico que representa la base educativa y cultural construida por la revolución, lo que dará fin al bloqueo.
Obama y Raúl Castro han dado un paso decisivo para sacar la relación de Estados Unidos y Cuba de los criterios ya podridos de la guerra fría y la visión imperial más atrasada, dejando en el pasado al viejo exilio y los republicanos comprometidos con ellos.
Los signos del reencuentro son más poderosos que la posición del viejo exilio batistiano, enriquecido a costa de mantenerse como punta de lanza para operar el terror contra la isla, en contubernio con las mafias y los intereses derrotados y expulsados desde 1959. A lo largo del tiempo y en etapas, el exilio cubano en Estados Unidos se fue modificando, al igual que el mexicano, el argentino o el colombiano: no todos tienen la misma visión de la partida y el regreso, y por ello, el viejo exilio de Miami se aisló del mismo exilio cubano y latinoamericano.
Su miopía entre lo que es Cuba y sus intereses nuevamente los han llevado a la más grande derrota, pues hoy, al igual que en enero de 1998 durante la histórica visita del papa Juan Pablo II a Cuba y la visita de Jimmy Carter en 2002 buscando lo que hizo Obama, el viejo exilio batistiano protestó y se enardeció ante los esfuerzos por pasar a una nueva etapa de relación y apertura, fuera de los odios del macartismo y el anticomunismo. Hoy, de nuevo, estos se ponen fuera de la historia y de espaldas al pueblo de Cuba.
Se han equivocado los que han hecho la caracterización de “la Cuba de los Castro”, pues hoy todo el proceso cubano se reafirma y consolida como una doctrina de soberanía para todos los pueblos del mundo y América Latina, donde la unidad, la defensa de la integridad territorial y un gobierno sustentado en una voluntad popular con objetivos históricos van a cambiar el panorama latinoamericano en el corto y el mediano plazos.
La irritación contra el restablecimiento de relaciones será cada vez más marginal: a partir de ahora hay una nueva etapa para Cuba, donde todos los valores humanos que sembró la revolución cubana, estarán en juego contra la idea del aplastamiento, la imposición de intereses y el intervencionismo, disfrazados de democracia.
De Cuba llega un cantar…
@MarcoRascon