Construir algo nuevo necesita proyecto, conceptos y planos, organización del trabajo para realizarlo.
La selección de los arquitectos del proyecto (ideólogos) para diagnosticar y proponer, dirán: ¿qué queremos construir: la casa de todos, con recintos privados, pero con grandes espacios comunes? En toda construcción es malo pensar una cosa y hacer otra.
Para calcular la estructura se necesitará de ingenieros (políticos) que a su vez tendrán bajo su mando a un jefe de obra, maestros, albañiles y sus chalanes. ¿Qué harán?: lo que digan los planos. Repudiar ideas y luego incluirlas a la mitad de la obra es pésimo, pues se necesita de coherencia de los pensantes y los ejecutantes para la realización necesaria.
Para construir un programa, edificio o alternativa, se necesitan el diseño del techo y los cimientos. Reconocer las fortalezas y debilidades, puertas y ventanas.
Lo que en la construcción de edificios son materiales, para la política, más que promesas, son conceptos. Construir sobre un edificio anacrónico necesita preservar valores históricos y culturales; saber lo que funciona y lo que no; lo que se hará, para qué y el cómo será; lo nuevo sobre lo viejo.
Entre los arquitectos, ingenieros, jefes de obra, albañiles y los que habitarán se necesita diálogo. Unir la propuesta con la necesidad para definir el rumbo y solucionar las contingencias.
El pragmatismo dominante y la lucha centrada en imponer a un contratista ocurrente, sin ningún proyecto claro, terminará en llamados a la “unidad” para apuntalar paredes y tapar goteras, pues para el nuevo propietario es más importante la posesión sectaria que la renovación del espacio.
En esta analogía, la disputa por un presidencialismo inútil y decadente conduce a garantizar que de 2018 a 2024 todo seguiría igual: un viejo edificio derrumbándose y todos los partidos durmiendo, incestuosamente, en un mismo cuarto al margen de todos.
Habría que sospechar en estos tiempos de todo cambio de piel de los que buscan ser reconocidos y aceptados, convirtiéndose en los lacayos más radicales de sus enemigos para sobrevivir en sus posiciones.
La tarea para construir requiere pensar y saber que más allá de los personajes circunstanciales está la necesidad de definir qué país queremos construir y cuáles son nuestras posibilidades.
Los proyectos y sus riesgos se buscan para poder construir una alternativa posible, que tenga fuerza, ética e inteligencia para construir sabiamente, uniendo, derrumbando lo que no sirve… porque necesitamos otra casa. www.marcorascon.org
@MarcoRascon