Escribo sin saber el resultado final de las elecciones estatal y federal. Escribo, debo aclarar, sabiendo que todos son ganadores. Todos.
Y sí. En este mundo feliz de la política mexicana, después de cada elección todos los candidatos y candidatas son ganadores. Es como una película utópica donde todos tienen la razón.
Pero no todo es tan sencillo. Lo de anticipar triunfos es una mala práctica, una mala costumbre. Eso de manifestar triunfos antes de que se hayan contabilizado los votos en las casillas ocurre y no pasa nada después. Mostrar ese presunto resultado a deshoras es, además, una burla para los ciudadanos que pasaron horas haciendo fila para sufragar, y muchas más horas contando y recontando las papeletas mientras los candidatos festejan. Lo que hacen los partidos es desdeñar el voto ciudadano. Su estrategia es la de que yo gané, porque lo digo yo, y punto. Lo demás no importa.
Ya este lunes las cosas pintarán diferente. Habrá candidatos contentos, y candidatos enojados, sobre todo a medida en que vayan avanzando las cifras del Programa de Resultados Electorales preliminares, el famoso PREP.
Y ante esto, me pondré radical por lo menos una noche. Urge que las autoridades electorales sean más firmes para controlar la guerra de cifras alegres que se dan inmediatamente después de cerradas las casillas. Tendría que haber, por lo menos, un periodo de 18 o 24 horas de silencio antes de que cualquiera, ya sea candidato o partido, se pudiera proclamar vencedor. La única excepción sería que los rivales concedieran su derrota, pero eso difícilmente ocurrirá.
La incertidumbre que se arroja sobre temas tan serios como una elección pesa mucho sobre la población. Nos quejamos del burocratismo, pero sí se necesita una autoridad que se imponga sobre las cifras alegres y los partidos y candidatos hiperactivos, y frene ansias que no ayudan para nada.
Y se necesita, además, que las elecciones sean con urnas electrónicas. Si se trabajara bien con ellas, como ha ocurrido en las pruebas piloto, podríamos acortar por mucho el tiempo de espera para conocer resultados. La tecnología siempre será superior al conteo manual.