Insultos, insultos y más insultos. Todo el tiempo y por todos lados. Se acabaron la prudencia y las buenas maneras. Lo que antes se quedaba en el pensamiento, hoy se espeta a diestra y siniestra. Y si es en redes sociales, mejor.
Un millonario utiliza las redes sociales para denostar a quienes le caen mal. Les lanza insultos de todo tipo, terriblemente ofensivos, de cantina de barrio, y buena parte de la población se los celebra y justifica. Es el “tío” buena onda que dice lo que nosotros pensamos, seguramente se justifican muchos en sus adentros. Y cuando se le recrimina, se ofende y se convierte en víctima. Y redobla los insultos.
El problema es que no es el único. Hay “N” cantidad de políticos, artistas, empresarios, famosos y demás que no se la piensan para atacar a otros con un lenguaje soez. Y no hablo de las cuentas de redes sociales de personas sin nombre ni rostro. Hablo de quienes son personajes públicos, sin importar color o creencias.
El problema es que de los insultos pasamos a las manos. Al menos así era en otros tiempos, y seguramente ocurrirá pronto, sobre todo en la medida en la que se acerque el 2024, porque buena parte de estos insultos tienen su motivación en cuestiones políticas.
Dirán que estoy pasado de moda, anacrónico, pero no logro comprender cómo se puede ir por la vida insultando al otro. Lo mismo se dicen leperadas por una postura política, que por temas de género, de gobierno y hasta de futbol.
Comprendo la sátira, la carrilla, las críticas mordaces y a veces los albures; pero el insulto es de lo peor que vivimos en estos días. Y como el cáncer, esa actitud de intentar disminuir al otro mediante palabras será difícil de erradicar.
Lejos estoy de ser un predicador, o un influencer, o un mojigato, pero sinceramente me haría muy feliz ver desaparecer esa tendencia a hablar como carretonero a sus mulas, y de buscar las palabras más hirientes para lanzarlas contra nuestros rivales. Hablar como lo hacemos nos envilece; nos denigra como sociedad.
Ahora, por desgracia, vendrán los insultos por lo que pienso y escribo. Ni modo. Ya vendrán, espero, tiempos mejores.
