Veo a muchas personas enojadas por lo que dice Andrés Manuel López Obrador sobre Xóchitl Gálvez, posible candidata opositora a la presidencia de México. Me parece que esas personas se enojan porque quieren, pues el mandatario mexicano no les está hablando a ellas, sino a los simpatizantes de la Cuarta Transformación con la esperanza de que las mismas 30 millones de personas repitan su voto en 2024 a favor de Morena.
Y digo que los no simpatizantes de la 4T se enojan de gratis, porque López Obrador nunca va a decir algo que les guste. Incluso si solicita licencia temporal o por tiempo indefinido, los anti-AMLO encontrarán manera de enojarse con el Presidente.
Las palabras de AMLO contra la hidalguense son predecibles. Día tras día el Presidente buscará descalificarla, ningunearla, atacarla, denostarla... lo que usted quiera. No habrá poder humano que haga que López Obrador le conceda el beneficio de la duda a Gálvez. Su crítica es algo natural, digámoslo así. Por eso me sorprende que los opositores se enojen. ¿Qué esperaban?
Insisto en que del lado de Morena no encontrarán ninguna expresión favorable a sus opositores porque el discurso es precisamente para el otro lado de la moneda. Lo que se hace desde la conferencia matutina del presidente es enviar mensajes a quienes lo siguen; y ese mensaje es una vacuna para impedir que voten por Gálvez; o por Creel; o por De la Madrid...
El presidente López Obrador siempre ha hablado para que lo escuchen los suyos. Y en 2018 logró convencer a 30 millones de mexicanos a votar por su causa. Otros casi 30 millones votaron en contra, pero dividieron su voto en otros candidatos, y al final perdieron. El plan del lopezobradorismo, entonces, es repetir la jugada.
Así que enojarse por lo que dice AMLO no tiene sentido. Quienes no simpatizan con el presidente deben hacer oídos sordos y concentrarse en charlar con los suyos mediante sus plataformas. Al final de cuentas no creo que hoy por hoy, como está polarizada la sociedad, se pueda dar un diálogo entre las partes.
Y todavía falta un año para las elecciones presidenciales. A tomárselo con calma.
