La impunidad de las clínicas estéticas clandestinas y la indiferencia de las autoridades siguen cobrando vidas.
El reciente fallecimiento de una joven en Chihuahua y el caso de una influencer en Monterrey, víctimas de malas prácticas en procedimientos estéticos, han vuelto a encender las alarmas sobre la falta de regulación en los servicios de salud estética y reconstructiva en México. En ambos casos, las intervenciones fueron realizadas por personas sin la debida certificación, operando en centros que, más que clínicas, parecen haber sido trampas mortales.
En Chihuahua, la denuncia de la familia destapó una cadena de negligencias, fallecimientos y procedimientos fallidos vinculados al mismo supuesto cirujano. Algo similar ocurrió en enero, cuando una joven influencer perdió la vida tras someterse a una intervención estética en una clínica de San Pedro Garza García. En octubre pasado, otra joven murió en circunstancias similares en un establecimiento en la colonia Mitras Centro, operado presuntamente por una enfermera sin certificación.
Estos hechos evidencian un patrón preocupante: la permisividad con la que operan establecimientos clandestinos y personal no calificado. Las autoridades de salud parecen más enfocadas en cumplir con trámites burocráticos que en frenar a los responsables de poner en riesgo la vida de miles de personas.
El Modelo de Calidad en Salud de Nuevo León, promovido por la Secretaría de Salud estatal, plantea evaluaciones para establecimientos médicos de todos los sectores. Su finalidad es otorgar un distintivo de calidad a aquellos que cumplen con estándares en la gestión de servicios de salud. Sin embargo, este modelo tiene poco impacto si no se acompaña de una estrategia real de inspección y sanción.
No existe información clara sobre cuántas clínicas no certificadas operan en Nuevo León. Sin embargo, sí es posible saber cuántos hospitales y clínicas sí cuentan con certificación. El gremio de especialistas certificados por organismos estatales y nacionales ha alzado la voz, exigiendo mayor control a las autoridades sanitarias. Ellos denuncian una situación paradójica: mientras los profesionales serios enfrentan mayores exigencias burocráticas, los charlatanes operan con impunidad.
El Consejo Mexicano de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva (CMCPER) ha enfatizado que “no podemos permitir que personas o médicos sin la debida preparación atiendan a la población”, destacando que cursos y diplomados que utilizan la palabra “estética” sin respaldo adecuado pueden confundir al público y poner en riesgo su seguridad.
El CMCPER es la única instancia facultada por la ley con reconocimiento jurídico para certificar médicos especialistas. Solo otorga certificación a quienes han concluido entre 12 y 14 años de estudios formales en cirugía plástica y los recertifica cada cinco años, con base en la actualización profesional. Con más de 50 años de trayectoria, el CMCPER garantiza que solo los mejores cirujanos plásticos del país obtengan este aval.
Las autoridades —particularmente la Cofepris, encargada de regular, controlar y prevenir riesgos sanitarios— deben actuar con firmeza. No basta con tener lineamientos bien redactados. Lo que se necesita es acción, inspección, clausuras y sanciones ejemplares.
Los justos no deben pagar por los pecadores. No se puede permitir que quienes buscan mejorar su imagen terminen arriesgando su vida.