Apenas hace poco más de un mes se celebraban las fiestas navideñas, en las cuales muchas familias se la pasaron encerradas en sus casas para evitar los contagios por covid-19, pero muchas personas poco caso hicieron ante las recomendaciones del sector salud, de quedarse en casa, de guardar la sana distancia, de desinfectarse constantemente las manos y de no realizar reuniones con más de 10 personas.
Pero llegó la fiesta de Año Nuevo y se repitió la misma historia pero aumentada, ya que muchos jóvenes disfrutaron del festejo sin importarles el contagiarse y transmitir el virus a sus familias.
Las consecuencias de las fiestas decembrinas se pagarían días después, por lo que ya se esperaba la ola de contagios, que el número decesos aumentaran y eso mismo sucedió.
Empezó el 2021 con nuevas esperanzas, con nuevos deseos, por lo que la vida tuvo que continuar, la economía no puede detenerse y muchos negocios siguieron abiertos.
Pero ante el alto número de contagios, llegó la noticia que nadie quería escuchar, que Coahuila regresaba a semáforo rojo, por lo que el gobierno estatal tendría que tomar acciones, lo cual hizo, pero parece que las mismas no son suficientes, ya que diariamente los contagios en la entidad se encuentran arriba de los 300 y las muertes por el covid-19 han aumentado considerablemente.
La vida continúa con normalidad, en las calles se observa el tráfico vehicular, muchos tienen que acudir a sus trabajos en rutas urbanas, otros que van tarde utilizan taxis, pero lo hacen con el Jesús en la boca, ante el temor a sufrir un contagio.
Los centros comerciales siguen recibiendo grandes cantidades de clientes, los mercados sobre ruedas son visitadas y en los mismos los que acuden a comprar no respetan la sana distancia y muchos acuden sin cubre bocas.
En fin, de pronto pareciera que el virus no existiera, ya que todo transcurre con normalidad.
Ya se fue enero, el tiempo se pasa muy rápido y todavía no hay para cuando lleguen las vacunas a la población.
walter.juarez@milenio.com
