Tuvo que suscitarse un accidente vial entre dos camiones, estos de la Ruta Valle-Oriente-Cereso, mismos que pusieron en peligro la integridad de sus pasajeros para que las autoridades voltearan a ver a estos cafres del volante, muchos de los cuales y de las diferentes rutas, siguen haciendo lo que quieren en las calles de Torreón.
Quizás por la pandemia, nadie reclamaba, nadie decía nada sobre el pésimo servicio que presta el transporte urbano en el municipio, ya que en el mismo primer cuadro de la ciudad, algunos choferes siguen jugando carreras, rebasando sin las precauciones debidas, haciendo paradas en doble fila y además, por si algo faltara, hay conductores que no utilizan el cubre bocas y tampoco lo exigen a sus pasajeros.
Ahora, la Dirección de Transporte Municipal gracias a este percance entre estas dos unidades, volvió a recuperar la memoria y haciéndole caso a Héctor Rivera López, el nuevo Secretario del Ayuntamiento, tomó cartas en el asunto.
Lo malo es que citó a los dos choferes para que dijeran cómo sucedieron los hechos, que argumentaran y de esa manera actuar en consecuencia, cuando a los que deberían de haber citado es a los pasajeros para que fueran ellos quienes explicaran realmente lo que sucedió o bien, que tomaran las declaraciones sobre lo que dijeron en los videos que se grabaron tras el accidente.
Ahora, el ayuntamiento la está pensando para cancelarle las licencias a estos dos cafres, cuando lo correcto es que desde que se presentó el percance lo debieron haber hecho.
Pero no son solamente esos dos conductores, ya que son muchos los que siguen sin respetar el reglamento y tampoco los protocolos sanitarios, por lo que los inspectores deben de salir a las calles y sin miedo a los dueños de las unidades, detener y mandar al corralón a todos aquellos que utilizan las calles como pistas de carrera, además de aplicarles multas onerosas para evitar que sigan haciendo de las suyas.
Se sabe que pasaron momentos difíciles durante la cuarentena, que no tenían mucho pasaje, que los camiones circulaban al 50 por ciento de su capacidad, pero eso no les da derecho a atentar contra la integridad de los usuarios, muchos de los cuales viajan con el Jesús en la boca.
Ojalá que el ayuntamiento ponga orden y meta en cintura al pulpo camionero.
walter.juarez@milenio.com
