Política

"Notre-Dame" de Macron

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Veinticuatro horas después del incendio que acabó con la techumbre y la aguja de la catedral gótica más famosa del mundo, el presidente Emmanuel Macron llamó a la reconstrucción... de Francia entera.

Por el incidente, Macron pospuso su esperada presentación de las medidas de gobierno ante casi medio año de desiguales protestas en todo el territorio.

“Nosotros los franceses y las francesas de hoy”, dijo con la catedral aún humeante, “tenemos la responsabilidad de garantizar a lo largo del tiempo esta gran continuidad de la nación francesa”.

“Recordemos estas últimas horas, ayer en la noche, esta mañana”, añadió: “Cada uno dio todo lo que tenía. Los bomberos combatieron el fuego poniendo en riesgo sus vidas... los parisinos reconfortaron, los franceses temblaron de emoción... los periodistas escribieron, los escritores soñaron... Lo digo esta noche con fuerza: nosotros somos este pueblo que construye. Tenemos tantas cosas que reconstruir... Es nuestra responsabilidad encontrar el hilo de nuestro proyecto nacional, lo que nos ha formado, lo que nos une, un proyecto humano, apasionadamente francés”.

Y viva la República y viva Francia. Este sí es un desafío mayúsculo. Se trata de reconstruir un país que, a los ojos del sociólogo Jérôme Fourquet, se ha convertido en un auténtico archipiélago. Lo hemos comentado aquí: Francia enfrenta, según Fourquet, un proceso de fragmentación: “Fracturas múltiples: educativa, geográfica, social, generacional, ideológica y etnocultural, se entrecruzan y dan lugar a islas e islotes más o menos extendidos”.

Fourquet encuentra que atrás de este gran cambio está “la dislocación de la matriz católica de la sociedad francesa”. Aún cuando el catolicismo había desaparecido en el plano religioso, actuaba persistentemente en el plano sociológico. Ahora ya no: el fantasma del catolicismo acabó por irse. “La matriz secular judeocristiana, ya muy debilitada, está por desaparecer en el horizonte de una generación”.

Por fin este jueves, diez días después del incendio, Macron reunió a más de 300 periodistas para comunicar sus medidas de reconstrucción de Francia, afectada por este malestar múltiple y contradictorio de archipiélago. Debía convertir en propuestas el “gran debate nacional” convocado por él hace dos meses, en el que participaron cerca de medio millón de personas en más de 10 mil sesiones.

No estuvo fácil. Es más sencillo levantar la aguja y el techo de la catedral, aún en medio del debate acerca de si debe ser restauración o nueva arquitectura, de madera o de cristal.

Para mejorar el poder adquisitivo que los chalecos amarillos exigen, Macron planteó una reducción de impuestos y un fortalecimiento de las pensiones más pequeñas a partir del año próximo. Todo esto sin mayores detalles y a cambio de algo que tampoco está claro, pues son sus ministros quienes tendrían que ponerlas en marcha. Prometió no cerrar escuelas ni hospitales, a menos que cuente con el apoyo de los alcaldes. Y subrayó: “No creo en referendos permanentes, porque los referendos no permiten las decisiones difíciles en tiempos en que deben ser tomadas”.

Hoy habrá protestas en la calle, sin duda. En la intensidad de la furia se verá si le fue bien.

@luis.petersen@milenio.com

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Luis Petersen Farah
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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