¿Seremos un pueblo perdedor?
Hace unos días leí a un comentarista que mencionó lo que él llamó el síndrome de Chabelo, que significaba que en los concursos de este célebre cómico se le preguntaba al auditorio: ¿le damos el premio al ganador y también al perdedor? Y así ganaban también los perdedores y se formaba una idiosincrasia de perder, aunque fuera una antítesis de la costumbre de que en un evento hay ganadores y perdedores, lo que nos convertía en un país donde no sabíamos triunfar.
Yo creo que la tesis es buena, pero no solo es de Chabelo, sino de la política, pues durante muchos años millones de gentes aprendieron que el PAN siempre perdía y se sabían el libreto de que el PRI iba a ganar. Así se fue creando una cultura de la derrota que nos ha perseguido en las competencias deportivas, en la economía y en las relaciones familiares, porque la mujer siempre perdía en su encuentro con su cónyuge. También estamos aprendiendo a perder cuando recibimos dádivas de los programas de bienestar social, que no son nuevos, o durante las elecciones. Y mientras hay corrupción, sabemos que no gana el mejor y que basta con competir y aceptar la derrota.
Eso me parece interesante, porque México debería ser un país ganador. Tenemos una gran cultura, una identidad, un sentido de patria, pero siempre hemos perdido las guerras y perdemos en el futbol, y en las olimpiadas, y toda nuestra población está acostumbrada a que lo importante no es ganar, sino competir, cosa absurda que dijo el barón de Coubertin y que no debe de existir ni en los deportes, ni en las competencias de cualquier índole, porque nos está penetrando el concepto de que no importa ganar y de que como quiera, sobrevivimos. Basta como ejemplo que en México tenemos un PIB siete veces menor que otros países (11 mil dólares). Ellos están acostumbrados a ganar y nosotros a perder.
Descartes: Pienso, luego existo… Está interesante la tesis, pero deberíamos incluir la capacidad de ganar en todos los medios de difusión, para ver si podemos lograr cambiar la cultura y crear un país ganador, y no uno que siempre está consolado con la derrota.