Aun cuando cada día crece el número de personas que practican running y por ende el número de carreras que se realizan en nuestro país aumenta año tras año, muy pocos se enteraron el fin de semana de las dos hazañas que se consiguieron en la prueba de maratón, curiosamente ambas realizadas por dos kenianos: el sábado Eliud Kipchoge, de 34 años, se convirtió en el primer atleta en correr los 42.195 kilómetros en menos de dos horas, y el domingo Brigid Kosgei estableció nuevo récord mundial en la rama femenil.
Lo de Kipchoge fue increíble. El poseedor del actual récord mundial y campeón olímpico fue el protagonista de una carrera diseñada en Viena para establecer la gesta. Fue un equipo que eligió el terreno, le puso a otros corredores delante de él para que le cortaran el viento, se consideró la humedad, el calor, el viento y hasta la caída de las hojas de los árboles, algo para no creerse, que al final dio el resultado buscado cuando Kipchoge detuvo el cronómetro en una, 59 minutos, 40 segundos. A pesar de la hazaña, la Federación Internacional de Atletismo no reconoció la maraca por toda la “ayuda” que recibió el africano.
“Me siento bien, mi objetivo era hacer historia. (...) Lo he intentado y soy el hombre más feliz en correr por debajo de las dos horas para inspirar a mucha gente, para decirle a la gente que ningún ser humano tiene límites”, dijo el atleta, quien tiene las condiciones para bajar de las dos horas sin “ayuda”.
Y todavía se seguía hablando en los medios de la proeza de Kipchoge, cuando 24 horas después Brigid Kosgei rompía en Chicago la marca femenil que estaba en poder de la británica Paola Radcliffe desde 2003 (2h15.25). La africana de 25 años detuvo el reloj en 2h14.04, más de un minuto menos que lo registrado en su momento por la europea.
Dos historias de esfuerzo, dedicación, en los cuales se demuestra que el ser humano está físicamente capacitado para seguir rompiendo barreras.
