Como siempre, el mesero se acercó para tomar la orden de lo que habría de ser mi desayuno, por lo que después de corresponder a su amable saludo matinal, le pedí me trajera una orden de “mollete especial”, bien tostado añadí, haciendo un claro énfasis en ese último adjetivo, ya que en otras ocasiones y dada mi predilección por ese simple y económico platillo, había yo utilizado el término “dorado”, “asado” o quizás algún otro similar, sin lograr que el pan, ese legendario e icónico “pan francés” lagunero, tuviera una consistencia crujiente que curiosamente a muchos nos agrada paladear en distintos alimentos.
Esta vez mi solicitud tuvo éxito y mi sencillo desayuno dominical obtuvo el valor añadido deseado, gracias quizá al uso de la palabra adecuada para el oído indicado.
Pero: ¿¡cómo te atreves insulso articulista!?, reclamará alguien, a desperdiciar 784 valiosos espacios de los que amablemente te asigna tu casa editorial para transmitir cosas importantes o interesantes, no para desperdiciarlo en narrar tus fútiles preferencias gastronómicas que a nadie interesan.
Pues bien, ya que con este postrero párrafo la cuenta de espacios subió a 1087, sin más dilación me dispongo en los siguientes renglones no solo a justificar la utilidad de la hebdomadaria anécdota, sino a destacar la importancia que tiene, tal vez como nunca antes, el uso correcto del lenguaje en la comunicación entre los seres humanos, no como en este caso, para el disfrute y gozo efímero y circunstancial de un simple platillo, sino para destacar cómo, en ocasiones el uso errado o frívolo de los términos que usamos para comunicarnos, resulta con frecuencia en conflictos que suelen afectar significativamente las relaciones humanas, desde las de pareja, de amistad o familiares, hasta las internacionales entre países o regiones enteras, todas ellas con consecuencias “de pronóstico reservado”.
Comunicar eficientemente nuestros deseos, sentimientos y emociones, es algo que todos deberíamos analizar, practicar y mejorar.
Aunque solo fuera, para saborear un domingo de un crujiente mollete tostado.