¿Quién alguna vez no se ha despertado sintiéndose “lleno de energía” para iniciar la jornada? y dispuesto a retomar esos proyectos que dormitan en el cajón de los planes procrastinados.
Para luego conforme transcurre el día, sentir cómo se va evaporando esa energía y terminar sin ánimo y con el sólo deseo de meternos en la cama y en estos tiempos que vivimos, escapar durante algunas horas al país de los sueños.
Más de una vez esta sensación me ha hecho preguntarme: ¿a dónde fue a parar la energía de esa persona que era yo por la mañana? versus la que ahora “arrastra” cuerpo y alma para llegar a la cama.
Sobre todo al recordar el conocido principio físico de qué: “la energía no se crea ni se destruye, sino que solo se transforma”.
Entonces, o las leyes de la física están erradas y resulta que la energía si se destruye, o que alguien me explique a dónde diablos va a dar la que perdemos después de un día difícil, entendida técnicamente la energía, como “la capacidad que tiene un sistema para realizar un trabajo” (RAE).
Antes de proseguir por este escabroso tema, debo confesar que mi formación no es ni científica ni ingenieril, por lo que para ya no hurgar en los complejos abismos de la física (que si en prepa no la entendí, menos aun cuando apareció su versión cuántica), me limito a citar que de entre los diferentes tipos de energía que existen (mecánica, cinética, nuclear, química, etc.), aquí aludo a la que llamamos energía mental, que quizá en términos físicos corresponda a la energía calórica, esto es; carnitas, pan, queso, aguacate y cheves, convertidos en pensamientos y movimientos.
Como quiera que sea, mi duda no es de donde sale esa energía sino ¿a dónde va?
Los expertos en “desarrollo humano” sostienen que hay que evitar pensamientos negativos y relaciones tóxicas, yo por mi parte, creo que sobre todo el miedo es una de las emociones que más drenan nuestra energía.
Según la física hay 3 formas básicas en que se transfiere la energía:
por trabajo, por ondas o por calor.
Está bien, pero yo sigo sin saber: ¿qué o quién se roba mi energía?
