En México, el huachicol dejó de ser solo gasolina ordeñada de los ductos. Hoy, el término se expande y se viste de traje, con corbata y despachos de lujo. Se trata del huachicol fiscal, un entramado tan perverso como el de la ordeña de Pemex, pero con cifras mucho más escandalosas y con la bendición de quienes deberían combatirlo.
El mecanismo es sencillo en apariencia, pero devastador en sus efectos: empresas fantasmas, facturas falsas, importaciones trianguladas, subvaluaciones aduaneras y complicidades institucionales. Es el fraude a gran escala disfrazado de “legalidad”. Mientras se nos dice que el SAT y la 4T están “recaudando como nunca”, en la realidad hay redes de evasión fiscal que operan con absoluta impunidad, porque los tentáculos llegan hasta los más altos niveles de gobierno.
Esto no es nuevo. Sexenios anteriores ya permitían estas prácticas, pero la 4T prometió barrer la corrupción “de arriba hacia abajo”. Sin embargo, la realidad es incómoda: este gobierno no solo toleró el huachicol fiscal, sino que se benefició de él.
El caso de la importación de combustibles es un ejemplo claro. Mientras Pemex se hunde en pérdidas, empresas privadas traen gasolina subvaluada, evitando impuestos gracias a complicidades en aduanas y a la vista gorda de la autoridad. Todo esto con un doble discurso: por un lado, se habla de soberanía energética; por el otro, se permiten negocios turbios que dejan miles de millones en manos privadas y en bolsillos políticos.
La pregunta obligada es: ¿AMLO no se enteró o decidió callar? Porque no es posible que semejante esquema exista sin que el Presidente y su círculo cercano tengan conocimiento.
Lo grave no es solo el fraude fiscal, sino la señal que envía: el Estado se ha convertido en cómplice de un robo monumental, mientras a la ciudadanía común se le exige pagar hasta el último peso de impuestos bajo amenaza de embargos y sanciones.
El huachicol fiscal es la prueba más clara de que la 4T nunca fue un proyecto de justicia, sino un reacomodo de intereses. Los mismos corruptos, solo que con nuevos colores. Mientras se nos habla de austeridad, el verdadero saqueo ocurre en silencio, a espaldas de un país. Si eres parte del círculo cercano, tienes la puerta abierta para saquear al fisco.
