Política

Gobernar en la ocurrencia

  • Columna de Katya Morales Prado
  • Gobernar en la ocurrencia
  • Katya Morales Prado

Cuando AMLO quiso hacer la refinería de Dos Bocas, el Instituto Mexicano del Petróleo dijo que el lugar era inadecuado, que presentaba riesgos ambientales, con problemas sociales y de infraestructura, así como una ubicación complicada con respecto a condiciones climatológicas como vientos y mareas. Cuando lanzó la licitación para su construcción las empresas internacionales, expertas en construcciones de refinerías, dijeron que no era posible hacerla ni en el tiempo ni con el presupuesto solicitado, que se necesitaba al menos el doble de todo. AMLO se encaprichó, y contra vientos y mareas (textual) realizó la obra en el lugar inadecuado costando más del doble del presupuesto y de tiempo. Hoy funcionarios del gobierno reconocen expresamente que el lugar de su ubicación no es bueno por los vientos del norte, por lo que están trabajando para modificar parte de su infraestructura. Todo esto se sabía, pero la ocurrencia estaba por encima de la ciencia.

Cuando AMLO quiso hacer el tren maya, se le advirtió por todas las organizaciones medioambientalistas del daño ecológico que causaría, prometió que no se talaría un solo árbol, se le advirtió que el impacto económico no sería el esperado, que más valdría un tren en el centro del país, pero él tenía los ojos en el sureste y contra todas las recomendaciones de los expertos en turismo, desarrollo económico y medio ambiente hizo lo que se le ocurrió donde se le ocurrió. Hoy funcionarios del gobierno han reconocido el ecocidio y que los usuarios en un año fueron de aproximadamente un millón, lo que significa 15 veces menos de lo esperado.

Y así también decidió “salvar mexicana de aviación”, la cual ha resultado un fracaso en ventas y el AIFA, que pese a todos los esfuerzos sigue bastante vacío y así seguirá hasta que no se logren sistemas adecuados para comunicarlo vía terrestre de una manera barata y continua. No importaba tanto gobernar bien, como pasar a la historia, como hacer cosas para ser recordado, aunque estuvieran mal, aunque se despreciara el conocimiento y se brincaran pasos de los procesos. El presidente todo lo sabía, todo lo controlaba y pensaba que por decreto presidencial las cosas tendrían que funcionar. Mal todo mal.

Lo mismo está pasando con Trump y los aranceles, los decide por su ocurrencia, por su bravuconería, como una demostración del enorme poder que detenta. No se da cuenta que la economía es muy sensible a los cambios, los rumores, la incertidumbre y que estos demonios que ha soltado están golpeado a todos los países, pero sobre todo al suyo. Como si no hubiera economistas y estudiosos de los mercados, suficientemente capacitados en los Estados Unidos, como si no fuera evidente su desatino. Los funcionarios supuestamente especializados callan y aplauden y salen a defender lo indefinible, salen a poner en evidencia que viven atendiendo ocurrencias.

La borrachera de la ocurrencia trae después una cruda terrible de daño económico, ecológico y social. Todos los conocimientos que no se atienden por la omnipotencia pasan factura muy alta, lamentablemente quienes la pagamos somos los ciudadanos, no los gobiernos irracionales.


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.