El nerviosismo actual y el centro de la agenda financiera global tienen hoy dos grandes problemas: primero, la velocidad a la que la Reserva Federal de Estados Unidos bajará las tasas de interés, y segundo, la llegada de Donald Trump a la presidencia, que —según él— viene con todo, incluidas las intenciones de cambiar de nombre a los mares.
Respecto al primer tema, las buenas noticias económicas están complicando el trabajo del banco central estadunidense. No es la primera vez que nos encontramos en un entorno donde “buenas noticias son malas noticias”. Me explico: el crecimiento económico de Estados Unidos —que se ve bastante bien— y la creación acelerada de empleos, ambas, son buenas noticias; sin embargo, pueden ser, al mismo tiempo, malas noticias porque pueden indicar síntomas de un posible rebote de la inflación.
Si las noticias fueran solo malas, la Fed podría tener más prisa en bajar las tasas de interés. En concreto, si el empleo estuviera débil y el crecimiento económico también, la Reserva Federal se apuraría a bajar la tasa de interés. En este contexto, lo más conveniente es que los datos económicos y la creación de empleos salgan en línea con lo pronosticado: no muy arriba y no muy abajo.
La visión del mercado hoy es que ante tal fortaleza económica y ante tantas buenas noticias, no habrá prisa por bajar la tasa de interés. Así, resulta que el escenario inicial es que habrá solo dos movimientos de baja de tasas; aunque yo creo que serán tres. Esta semana se publica la inflación en Estados Unidos. Esperemos que el dato salga bien para no complicar más lo que acabo de describir.
Respecto al segundo tema hay mucha incertidumbre. Básicamente, veo tres escenarios: en el primero Trump será el mismo que conocemos (perro que ladra no muerde tan duro); en el segundo el republicano viene recargado y será peor, y en el tercero no será tan malo como afirma.
Al final, este tema es incierto y genera una gran incertidumbre. En mi opinión, Donald Trump será el mismo que ya conocemos y quizá hasta un poquito peor, dado que ahora tiene la mayoría en ambas cámaras. Pero no mucho más.
Confiemos en que nuestro gobierno tendrá habilidad, agilidad y astucia para negociar con un tiburón al que se le puede dar gusto haciendo ciertas tareas que él y su base electoral apreciarán, y que lo tendrán menos enojado o contra nuestro país. Estamos a menos de una semana de su llegada.
