Aunque a Tigres le ofreció pelea, Santos terminó siendo doblegado sin piedad.
Los laguneros con alineación inicial novedosa, diferente, pusieron a trabajar de más al portero felino (Tapia) que hizo olvidar a Nahuel y aportó lo suficiente para impedir la anotación local.
Ya pasaron cuatro partidos con tres perdidos y un empate, juegos y puntos disponibles que no regresarán.
Supuestamente se puso énfasis en la pretemporada que aunque existió, sus hipotéticos frutos no se aprecian por ningún lado.
Un raquítico Santos es lo que hay por más buena voluntad que se les pueda apreciar. Creer de más en un Director Técnico voluntarioso pero algo perdido, no es la solución.
Aquí y donde sea, no es el entrenador en turno el que aporta los puntos, siempre serán los jugadores.
Este plantel santista no ofrece la suficiente confianza para creer en él. Esperar una reacción que logre recuperar lo ya perdido se antoja muy complicado.
Ellos podrán discursar con tonos positivos, tienen derecho a hacerlo, pero antes deben demostrar que su real pretemporada apenas va a comenzar.
Tienen un mes para acondicionar lo que buscaron hacer sin tener plantel completo pero los demás equipos también tienen el mismo derecho y tiempo para hacer su reorganización.
Cabe pensar que con un punto de doce ya disputados (que no regresarán) es posible sostener que el torneo ya se esfumó, se les escapó en quince días; del 5 al 20 de julio.
No es pesimismo, es el fruto de una pretemporada diseñada de manera celestial, sin plantel completo y con más emocionantes principios que con sustento.
Los hechos reales podrán hacerlos reaccionar pero no se les ve por dónde porque su situación es raquítica.
