No alcanza; simplemente no es suficiente tener una emoción diferente al dirigir al Santos.
El sentimiento agradable que este cuerpo técnico posea no es la solución a un deterioro ya avanzado.
Contra Chivas lo único bueno que ocurrió fue haber detenido un penalti cometido de manera tonta. Hasta en eso se distingue este fracaso de equipo.
Prometieron reinventarse, lo escuchamos y lo repitieron pero lo único que ofrecen es la intención de verse mejor.
Se puede argumentar que apenas es la jornada uno y que con el tiempo van a mejorar.
Esto es válido pero el entrenador en turno afirmó (sin escrúpulo) que a partir de la fecha uno se iban a ver cambios sustanciales lo cual reflejó dos posturas.
Una, fue una declaración llena de ilusión pero sin fundamentos. Dos, no conoce al plantel, y no le alcanza para visualizar la capacidad del mismo.
Fernando Ortiz no es el responsable de este deterioro.
Es el encargado de expresar su idea con verdad pero en lo poco o mucho que ya ha manifestado no tuvo el tino de puntualizar la realidad.
No existe en Santos un plantel confiable. El que esté viendo otra realidad, se engaña.
Analizar la alineación inicial, los cambios, las ausencias y omisiones, las expulsiones, la inoperancia del equipo y lo que más se pretenda, inicia y termina al volver a recaer en que el conjunto de jugadores no forma algo sustancial para apreciarlo mejor.
Es lo que hay, es lo que han dejado, es lo que ofrecen. Expresar nuevas ideas respecto a lo ideal es pretender engañar.
