Desde lo alto se divisa con mayor objetividad lo que a Rayados de Monterrey le acontece.
Ahora su entrenador, venido a menos, podrá salvar el pellejo frente al poderoso Santos. ¡Hasta dónde hemos llegado!
Fernando Ortiz nunca imaginó que la continuidad de quien lo sucedió en el puesto iba a estar en sus propias manos y en los pies de sus dirigidos.
Es desproporcionada la referencia pero así se las gastan estos regios. No corresponde a una lógica congruente. ¿Santos será capaz de provocarle desequilibrio al poderoso Monterrey?
La riqueza monetaria de “La Pandilla” deslumbra pero casi siempre suele presentar una o varias grietas.
Ellos necesitan ser campeones casi igual que respirar. No se sienten cómodos porque pretenden competir contra sus vecinos y ante los capitalinos.
Por ello sufren, no saben gozar sus buenos momentos y se dejan dirigir por el ruido que afuera se gesta.
¿Veremos pronto a Sergio Ramos como director deportivo de esta organización? Sólo falta eso.
A Santos se le va a comprender todo lo que pretenda hacer. Si desea jugar con línea de cinco atrás y luego cuatro en medio campo, más un solitario correlón adelante, se le aplaude.
No deberá permitirse una actitud derrotista por más lejana que se vea su posibilidad de ganar.
Es un partido ideal para que los laguneros intenten realizar algo parecido a lo que hizo Mazatlán a esos mismos Rayados.
Se antoja casi imposible, hasta pecaminoso ver ganador a los verdes pero los azules de ahora son capaces de todo.
Fernando Ortiz tampoco deberá sentirse incómodo; comprendemos el alto grado de dificultad que tendrá a un lado del Cerro de la Silla.