Política

Tula y Monterrey, dos caras de la misma moneda

Mis hijos creían, en su tierna inocencia, que el dinero venía, sin más, del cajero automático. Creían que mamá, o papá, tenía una especie de súper-poder, concentrado en el minúsculo rectángulo de plástico. Cuando dejaron de ser niños entendieron la cruel realidad: que el dinero bien habido es producto del trabajo y que si no hay un esfuerzo previo, no habrá cash para comprar más Chetos. Dejar de ser niño significa, entre otras cosas, comenzar a entender lo siguiente: a menos que uno pertenezca al club de los plurinominales, más vale buscarse un buen jalito, si es que uno quiere que el cajero le siga despachando, de vez en cuando, algunos billetes bien planchados.

A veces, el mismo niño piensa que el agua viene de las tuberías y que éstas se llenan solas y están conectadas en una especie de tanque gigantesco, que se encuentra suspendido allá arriba, en el cielo. Sin embargo, hay pequeños que saben y entienden, precoces ellos, el ciclo del agua, la manera en la que se produce y el mal uso que los adultos hacemos de ella (iba a escribir “vital líquido” pero ya chole).

Pero hay adultos, yo conozco varios porque son mis vecinos, que piensan de un modo más simplista que un infante y creen que si sale agua de la manguera no existe la sequía, ni hay escasez a la vista de la cual preocuparse por ahora. Hay dos cosas que no entiendo de mi país, una son los señores que lavan los cuatro metros de calzada frente a su casa a chorro abierto; la otra, las micheladas.

Como muchas otras cosas, al nivel del discurso se habla y se manosean constantemente ciertos términos, tales como cambio climático, sustentabilidad, reciclaje… Un rosario de palabritas que hacen creer a quien las dice que con sólo recitarlas, de vez en cuando, ya está poniendo su granito de arena en la encomiable misión de salvar nuestra casa, es decir, el mundo. Pero lo que es innegable es que situaciones como la que viven nuestros hermanos de la Sultana del Norte, con la sequía; o nuestros hermanos de la vecina Tula, con las siempre latentes inundaciones; nos gritan, nos recuerdan, que los problemas que en estas urbes se suscitan le están sucediendo a gente como tú, o como yo.

Cierto que hay problemas propiciados por una pésima gestión de nuestros gobernantes y la voracidad de un empresariado que no ha terminado de entender que, cuando llegue la catástrofe nos alevantará parejo, sin preguntar si tenemos, o no, fondos en nuestra tarjeta bancaria.

Juan Casas Ávila

Correo: contraperiplos@gmail.com Twitter: @contraperiplos


Google news logo
Síguenos en
Juan Casas Ávila
  • Juan Casas Ávila
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.