Política

Realidad gelatinosa

Este país es tan peculiar que cada que hay una elección resulta que es la mayor elección de todos los tiempos. Pareciera que nuestra realidad electoral es resultado de una especie de Big Bang y que nuestro sistema nunca dejará de expandirse.

Sin embargo, creo que esta elección que se avecina, y que comenzó con mucha, demasiada antelación, tiene un aspecto que la hace peculiar. Dicha peculiaridad no es su elefantiásica dimensión, sino que estamos frente a una elección en la que la gente podrá, como nunca antes, votar sin que se le amedrente, coaccione, manipule u obligue a votar por algún candidato. No digo con esto que este tipo de prácticas hayan desaparecido del todo, seguro que hay agentes que buscarán amedrentar, manipular y coaccionar al electorado. Creo, además, que nunca supimos cuál fue el tamaño real del revolucionario institucional. Creo que los votos falseados, comprados o manipulados no sirven para hacer un análisis real de la situación de un partido o institución. Precisamente esa es la razón por la que se vino abajo como un edificio hecho con materiales de segunda, porque se fue debilitando en la misma medida en la que dejó de contar con recursos para manipular, amedrentar y coaccionar al electorado. No dudo que haya todavía priistas auténticos henchidos de convicción, seguro son una ínfima minoría, pero creo que están ahí, en algún recóndito lugar.

Antes los ciudadanos no existían, salvo en época electoral, es decir, se les usaba y se les desechaba. Pero las libertades se han ido ensanchando. No como quisiéramos, pero han ido expandiéndose, incluso a pesar de los actores políticos tan chafas que poseemos. En conclusión, la voz de la gente cada vez tiene más importancia y, en consecuencia, debe ser tomada en cuenta por aquellos que luchan por su preferencia. Los viejos actores están inmersos en una nueva realidad y no lo saben, o al menos actúan como si no lo supieran. Esta nueva realidad los desborda y no saben cómo actuar, porque nunca se dieron a la tarea de conocer una población que anhelan convencer. Tienen una idea armada con estereotipos y prejuicios y a partir de esa idea intentan acercarse y sólo alcanzan a ser un tanto ridículos.

Vivimos en una especie de realidad gelatinosa en la que los moderados se van radicalizando. Los antes sesudos analistas ahora poseen el mismo nivel conceptual que mis tías panistas aunque, a veces, mis dos tías son más razonables. Los beneficiarios del racismo de ayer, ahora lloran -con un llanto más falso que sus promesas de hacer lo que no hicieron cuando tuvieron el poder- y se quejan de que son discriminados. La derecha dice que comparte los valores de una izquierda que nunca había estado tan corrida hacia la derecha. Cada quien que escoja su telenovela y los problemas reales seguirán ahí cuando despertemos de esta pesadilla, si es que un día despertamos.


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Juan Casas Ávila
  • Juan Casas Ávila
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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