Los pobres que aparecen en las telenovelas hablan como en una película de Pepe “el Toro”, al menos así hablaban la última vez que vi un pobre en la tele. No sé quién es el que decide que así sea, pero debe ser alguien que tiene una idea del país de hace casi 70 años. Alguien que seguramente estuvo congelado y acaba de ser reanimado apenas hace 15 días. Las cosas cambian y, con mayor razón, cambian las instituciones y las sociedades. El idioma que usamos todos los días también se mueve y no debe asustarnos que así sea.
A uno de esos brillantes ejecutivos que ha vivido congelado o encapsulado, ajeno a la realidad concreta de este maltratado país, en el que cuesta demasiado encontrar un millonario que no haya llegado a la bonanza económica de la mano del gobierno, se le ocurrió la brillante idea de arremeter contra los libros de texto que se utilizarán en la educación básica a partir del año lectivo que está por comenzar. Lo de lanzarse contra los libros de texto está bien, sus razones tendrá, lo que no está bien son los argumentos chafas y anacrónicos que utilizó para descalificar los materiales didácticos.
En esta rebatinga en la que yo no tengo un favorito, los de la “Cuarta transformeishon” no necesitan hacer gran cosa para imponer su verdad, con quedarse quietos frente a los argumentos de la derecha; bastaría con que guardaran silencio y dejar que los otros sigan evidenciándose como lo que son: torpes e ignorantes. Tenían ochenta razones para criticar los materiales objeto de su encono y deciden traer a escena a una especie de zombi de la guerra fría que ellos denominan “el virus comunista”. Qué pinche miedo. El sainete sirve también para verificar algo que intuíamos, pero que ahora confirmamos, desprecian profundamente a su público y lo subestiman obscenamente.
Pero al gran Charly Marx le hubiese encantado la tropicalización de su Manifiesto Comunista: “Un virus recorre el mundo, el virus del comunismo”. Ese sí sería un buen arranque para el libelo que escribiera con su comparsa, Federico Engels.
Por cierto, más de un malpensado ha sugerido que sus dardos tienen como objetivo oculto, chantajear al gobierno por un asunto de impuestos. Qué les costaba buscar algún pedagogo de ocasión que armara un buen argumento en contra de los libros malditos, que el manido y vetusto terror anticomunista. Lo que en verdad resuena en sus argumentos es el eco de la intolerancia que, cuando se hermana con la ignorancia produce monstruos, como el que personificara aquella turba, allá en San Miguel Canoa un aciago 14 de septiembre, de 1968. “Vienen los comunistas”, gritaban mientras se disponían a ejecutar el linchamiento de gente inocente.