En su más reciente comentario ¿Puede Biden ayudar a contener el declive democrático de México? (NYT, 15 de marzo) Enrique Krauze no hace más que aludir a su pintoresca visión del país, así como su anticientífico análisis del mismo. Quiero decir, vuelve compradores a sus asiduos lectores “los valetudinarios porfiristas de época que quedan todavía” junto con los “neoporfiristas católicos que tanto abundan y a quienes les deleita saborear el título” aludido.
Su crítica pública no es más que un asomo de su muy dispareja significación democrática. Ni es dinámica mucho menos interpretativa por ende no alcanza en lo más mínimo el tratamiento de historia. Su pensamiento histórico es legación sin duda de la escasez del conocimiento de los hechos concretos ya que el comentarista se hace un traje a la medida, tal vez un morning dress, para entrar a la ceremonia de hacer el ruido por fuera en lugar de hacer el ruido por dentro. Para él es preferible que los Estados Unidos de América hagan en pro de la Patria lo que nosotros, como pueblo, no hemos hecho porque no tenemos voluntad democrática. Por eso sus continuas objeciones puestas desde la comodidad de los abajo firmantes donde increpan, callan, amenazan, proponen negociaciones categóricamente, para someter a un gobierno legítimo que lucha contra la descomposición y decadencia a la que fue sometido por el antiguo régimen.
Afín al pensamiento expropiatorio e invasivo el comentarista se vuelve, o, mejor dicho, quiere volverse intermediario, a la manera de un embajador, donde la negociación pase por él primero bajo el halo intelectual, para luego ser comunicada (ya rastrillada) a su mentor en turno. Por eso fija una agenda política bajo la conveniencia de su minúsculo grupo para luego hacer una declaración que impone con la supuesta utilidad pública.
En el caso de la comunicadora Yuriria Sierra convertida en promotora tuitera de la nueva historia nacional no hace más que mostrar el verdadero músculo de ignorancia que practica, venida del círculo de intelectuales que le rodea, pues, cuando afirma “que Cárdenas nacionalizó el petróleo a petición de EU, para evitar que le vendiéramos a los nazis” ya que son “las verdaderas razones detrás de la ‘hazaña soberana y patriotera’”(Twitter, 18 de marzo); muestra su ruin bagaje cultural y desamor a la Patria.
Y aquí recurro a la Historia cuando el funcionario mexicano Narciso Bassols escribe desde París, el 30 de octubre de aquel año a Luis Enrique Erro derivado de una publicación en el Times y le vierte unas ideas sobre los países fascistas para que le comunique al presidente: “¿Qué por qué doy por sentado que no debe México vender su petróleo a los fascistas? ¡Ah! ese es todo el problema político de México por delante”.