¿Qué sería de la vida sin tomar grandes riesgos?
Así lo ha entendido José Bernal, un joven editor en crecimiento constante a través de su propio sello, Gato Blanco. En un momento dado escuchó el llamado de la escritura o quizá el hartazgo de la actualidad le dio el empujón definitivo.
El caso es que se aparta de lidiar con textos ajenos para concentrarse en una novela política también delincuencial o viceversa -si acaso no son sinónimos o condicionales una de la otra-.
Vas a hacerlos bailar se adentra en un sistema nacional basado en la corrupción y el crimen que pudre a instituciones y personas, pero las mantiene en una inercia morbosa. En el centro se encuentra la figura del Presidente y su juego -siempre traicionero- con el poder. De allí que esta ópera prima siga la estela de antecedentes tales como Yo el supremo de Augusto Roa Bastos y El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias. Aunque pensándolo con calma, en la sombra se mueve intensamente la figura y el legado de Luis Spota -un autor injustamente valorado-.
Bernal ha querido armar un retablo de tintes hiperrealistas que combina los recursos de la literatura negra hard boiled con alusiones a La montaña mágica de Thomas Mann. En un país donde la derrota conduce los días y los años, nadie escapa al hartazgo y el vacío, y ello se extiende hasta un pueblo tan ramplón como Abubilla, que tendrá una funesta celebridad momentánea. Vas a hacerlos bailar ofrece asesinatos con música clásica, sexo polvoso con una ninfa de rancho (que todo lo sabe), el escarnio a un reguetonero de clase mundial que actúa en mítines y un candidato a Presidente debatiéndose entre la vida y la muerte.
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