El 2020 se extingue y no nos deja mucho para recordar.
Culparemos a la pandemia de muchas cosas, aunque no todas ellas sean su culpa.
Un México con un comercio exterior en declive, inversión extranjera a la baja, remesas de nuestros compatriotas a la alza -lo que no debiera llenarnos de orgullo-, turismo y sus ingresos a la baja, precios del petróleo que nos pegaron duro.
Miles de muertos por la pandemia y un gobierno que solo se dedica a contarlos y a contarlos mal, por cierto. Estamos como cuarto país a nivel mundial en número de fallecidos mientras el discurso gubernamental parece olvidar ese tema y dejar que la cifra siga creciendo. No hay rebrote porque la pandemia jamás ha sido controlada.
Por otro lado, la otra pandemia, de la que se le culpó a administraciones pasadas -la de los otros muertos por la inseguridad-, que crece y crece y que en apenas dos años de este gobierno se superó con amplitud la cifra de muertos que en todo el sexenio anterior, lamentable pero aquí parece no importar mucho y al gobierno menos. Lamentable que las imágenes de los santos redentores que saca el presidente no nos ayuden y que los abrazos en lugar de los balazos tampoco funcionen. La pandemia y la inseguridad van a todo galope rompiendo todos los records ante un gobierno indiferente.
Una economía que ya venía mal antes de la pandemia a la que se le sumará un decrecimiento brutal en este 2020. La esperanza era o sigue siendo que el T-MEC nos ayude a salir avantes o al menos amortigüe nuestras penurias. Un cambio en el gobierno de los Estados Unidos con el que no se tiene muchas coincidencias porque parece que buscamos objetivos diferentes en temas laborales o medio ambientales, por ejemplo.
Mucho para olvidar y poco o nada para recordar.
¡Adiós 2020!