Horas después. Setenta y dos horas después del partido que cambió el rumbo de sus temporadas, City y Real Madrid recibieron al Chelsea y al Barça para jugarse la semifinal de la FA Cup y el final de La Liga, ambos partidos, por cierto, transmitidos a los cinco continentes. ¿Es ideal competir al máximo nivel posible, frente a los rivales más duros posibles, en las circunstancias más estresantes posibles y en los torneos más grandes posibles con tan poco tiempo de recuperación? No; pero el reto sirve para mantener, precisamente, la competitividad, la dureza, los nervios y la grandeza: ganaron los dos.
Divino tesoro. No presume antiguas tradiciones, tampoco elegantes apellidos, ni acumula grandes títulos, más que un equipo deberíamos llamarlo una típica franquicia que dejó una ciudad para instalarse en otra: bajo la piel de Oklahoma City Thunder habitan los Seattle Super Sonics desde hace 16 años. El tiempo exacto en que sus jugadores pasaron de practicar el baloncesto en la Elementary School a jugarlo de forma profesional. El sorprendente Thunder, primer sembrado en los playoffs de la NBA, es la quinteta más joven en competir por un anillo de campeonato en la historia de la Liga en relación al promedio de minutos sobre la duela. Quizá no tengan solera, abolengo o pergaminos, pero tienen un tesoro: la juventud.
Quién te viera. Admiré a Xavi Hernández como futbolista, para mi gusto, el mejor español de todos los tiempos y uno de los 10 jugadores más inteligentes en la historia del futbol mundial. Xavi tenía el juego metido en la cabeza como quien sabe de memoria una canción, un verso, una fórmula matemática, la tabla periódica o el nombre y las fotos de toda su familia. Xavi no jugaba futbol, pensaba al futbol; pero como entrenador es otra persona: receloso, sospechoso y quejumbroso. La pena de ver a tus ídolos convertirse en entrenadores, es que nunca vuelves a verlos igual.