Sin proponérselo, la incómoda sombra del Real Madrid encarnada en la figura de Cristiano Ronaldo, dio la puntilla al Barça de Messi; o lo que queda de ambos.
La comparecencia de la Juve en el Camp Nou, calificada a los octavos de final antes de jugar el partido, no asustaba tanto como la presencia de su enorme delantero, el eterno enemigo íntimo. Esta clase de retos son los que han alimentado la carrera de un jugador que nunca rechazó el papel de protagonista: siempre al frente y adelante, lo suyo ha consistido en subrayar la historia.
Aunque este Barça vs. Juve no resultaba determinante, todos sabemos que se trataba de la despedida de una de las rivalidades más auténticas e intensas en la historia del futbol. La trayectoria de Cristiano siempre se cruzó con la de Messi, la de ayer, pudo ser la última ocasión que tuvimos para verlos juntos: esa última noche fue de Cristiano, queda registrado.
Rodeado de un equipo con más percha que el Barça, fue acompañado en su visita a Barcelona con la seguridad de un conjunto favorito. La confianza de Juventus era tal, que en un gesto muy italiano, se dio el lujo de convocar a Gianluigi Buffon con 42 años, alineándolo contra un rival que agregó oficialidad al talante señorial del homenaje.
La noche fue redonda: Cristiano marcó dos goles, Buffon evitó algunos, la Juve mantuvo el primer lugar del grupo, y la Champions borra de su hoja de estadísticas la legendaria imbatibilidad del Barça en su estadio, un campo que había permanecido como una de las principales fortalezas europeas de la última década. La derrota de Messi, que se asoma por primera vez al ocaso, es la conclusión de una dolorosa salida del Club donde lo ha ganado todo.
La época de Messi con el Barça se acaba con Cristiano en el campo. Por buscar un lado romántico o dramático fue su gran cómplice y rival, el que acudió como testigo de honor a una despedida inevitable.