Viejo, como es, al Madrid se le aprende en cualquier circunstancia, ayer fue en la derrota, una catastrófica, porque llegó encadenada a la doble caída en Copa y Liga, que para colmo y morbo, promovió el Barça.
El Bernabéu dilapidó tres títulos en tres partidos, una semana difícil de encontrar en ciento diecisiete años de historia, cumplidos hoy. A partir de aquí, llegan las lecciones: no desearás al entrenador de tu prójimo. Cuando a 48 horas de inaugurarse el Mundial de Rusia 2018 el Real Madrid deja sin técnico a la Selección Española, favorita al título, convenciendo a Lopetegui de aceptar una oferta envenenada, faltó al honor que protege su indudable leyenda. El campeón de Europa se comportó frente a los ojos del mundo como un vulgar pirata. Nada bueno podía salir de aquella renuncia a la hidalguía y deportivismo que le preceden. Y así fue, semanas después, Lopetegui fue traicionado con la misma frialdad con la que traicionó a la Selección que le llevó al Mundial, y el Madrid acabó manchando el prestigio que le avala. Pudo más la ambición que la educación, ganar a cualquier precio, pierde valor; esta temporada perdió mucho más que tres títulos, perdió respeto. La segunda lección a costa del Madrid, la ofrece el Ajax. Un equipo que lleva en procesión el dolor que le causó el libre mercado europeo, entendió su lugar en el codicioso mundo del futbol prestigiando su cultura. Con un cuadro etiquetado por todos los grandes clubes europeos, ganó la eliminatoria desde la cátedra y el origen más puro del estilo holandés: un irrenunciable espíritu formativo. La tercera lección que arroja una eliminación de esta magnitud, siempre universal en el caso del Madrid, es el futuro. La decisión que tomará para encararlo tiene dos trayectorias: una hacia el interior de sus valores y otra hacia el valor de sus mercados. Si el Real Madrid busca abrigo dentro de casa, encontrará un novel entrenador que desde hace unos días dirige a sus juveniles: Raúl González, ariete y escudero de una institución centenaria, posee el señorío que este equipo ha perdido. Pero si el Real Madrid decide buscar en la periferia, encontrará una salida tan fácil como drástica: José Mourinho y su espada.
