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Encender y apagar

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Cuando un pebetero se apaga despedimos un amigo, en mi caso, un familiar. En casa, el ciclo de la vida era el periodo de tiempo entre Mundiales y Olimpiadas.

Durante años, mi padre entregó la suya a esas coberturas dejando en casa tres niños que se educaron con la sabiduría de mamá y los ejemplos que, a través sus transmisiones, nos enseñaban personas que alcanzaban una meta, superaban un obstáculo, o vencían la adversidad. Fui criado por la televisión deportiva en una época donde la palabra atleta significaba héroe, y la palabra medalla, gratitud.

La primera imagen que tengo de los Juegos es un Philco de bulbos con perillas del 2 al 13, antena de conejo y regulador Zonda de corriente que tardaba un minuto en encender y dos para ajustar la señal; fue el primer electrodoméstico que compró mi papá. Entonces, el salario de un periodista en la TV estatal (Canal 13), no alcanzaba para mucho: más que profesión, era un apostolado. Así que mirando y escuchando a papá por la tele aprendimos que el deporte podía mejorar las cosas: lo único que debíamos hacer era soñar.

Esa forma de interpretar el espíritu olímpico acompañó a millones de personas que miraban sus programas como parte de la vida. Cada cuatro años, México recibía en casa una señal abierta a la que José Ramón Fernández llamó Los Protagonistas. Alrededor de la televisión se reunían familias que compartían, reían, aprendían, disfrutaban y hacían de los Juegos Olímpicos, un fenómeno social. Junto a un inolvidable grupo de comunicadores como David Faitelson, Andrés Bustamante, Víctor Trujillo, Pepe Espinoza, Enrique Garay, Luis Niño de Rivera, André Marín, Antonio Rosique, Estela de la Torre, Emilio Alonso, Francisco Javier González y una serie de especialistas, editores, productores y técnicos que descifraban cada noche el misterio del olimpismo, tres generaciones de mexicanos que hoy tienen entre setenta y veinticinco años de edad, heredamos una extraordinaria cultura deportiva.

Desde que desaparecieron Los Protagonistas originales, el deporte olímpico mexicano perdió un compañero de viaje que encendía y transmitía su verdadero espíritu. Al clausurarse otros Juegos, queda claro que deporte y televisión, se apagaron.

José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo

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José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
  • José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
  • josefgq@gmail.com
  • Columnista en La Afición desde 2008. Lic. en Administración. MBA en Comunicación. Máster en Publicidad. Periodista, comunicólogo y gestor especializado en medios con más de 20 años de experiencia en puestos directivos en empresas como CNN, Canal+ y Movistar+; ha participado en proyectos de posicionamiento de estrategias de Marketing Deportivo.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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