En la página de la Anuies puede leerse íntegro el emotivo discurso pronunciado por el presidente Salvador Allende, el 2 de diciembre de 1972, en el Auditorio del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Son las palabras de un socialista comprometido con la educación y el bienestar de su pueblo. Bien harían en leerlo quienes en México han comenzado a agitar aviesamente las aguas en las universidades, sobre todo en la UNAM, o quien exige a sus funcionarios 90 por ciento de honestidad y 10 por ciento “de inteligencia” (AMLO, 7 de noviembre de 2022).
En ese espacio, al cual le sería impuesto su nombre, Allende se manifestó a favor del conocimiento y en contra de la excesiva politización de la vida universitaria. “Yo no le he aceptado jamás a un compañero joven que justifique su fracaso porque tiene que hacer trabajos políticos; tiene que darse el tiempo necesario para hacer los trabajos políticos, pero primero están los trabajos obligatorios que debe cumplir como estudiante de la Universidad. Ser agitador universitario y mal estudiante, es fácil; ser dirigente revolucionario y buen estudiante, es más difícil. Pero el maestro universitario respeta al buen alumno, y tendrá que respetar sus ideas, cualesquiera que sean”. Esto, desde luego, si el maestro no es un fanático.
Las palabras de Allende aún resuenan vigorosas. “La juventud no puede ser sectaria”, dijo en Guadalajara, donde este año se esperaba a Gabriel Boric, una de las figuras más reconocidas de la actual izquierda latinoamericana, para conmemorar en la UdeG los cincuenta años de aquel discurso y participar en la FIL, pero —de acuerdo con el excanciller Jorge Castañeda—rechazó la invitación por presiones del mandatario mexicano, enemistado con Raúl Padilla, presidente del más grande suceso literario de Hispanoamérica, vituperado por funcionarios y pregoneros del régimen de quienes no podría esperarse otra cosa dado su 10 por ciento de inteligencia. A pesar de todo, la FIL fue un éxito y la figura de Allende, él sí, víctima de la más rancia oligarquía, se agiganta con el tiempo.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.