Es triste ver como nuestra idiosincrasia mexicana nos gana en casi todos los ámbitos de la vida, lo mismo en la política, que en la economía y, por supuesto, en el fútbol.
Nuestro balompié navega en el mar de los resultados sin detenerse a reflexionar o analizar porqué se consiguen y cómo se consiguen.
A nivel de dueños de equipos, directivos o entrenadores no saben porque se ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2012. Tampoco saben explicar porque nos goleó Chile 7-1 en la Copa América Centenario, ni sabrían describir el trabajo que se realizó para ganar los campeonatos mundiales Sub17 de 2005 y 2011, así como tampoco habría un análisis de las razones por las que se sufrió para calificar a los mundiales de 2006, 2010 y 2014.
La prensa mexicana tampoco estamos colaborando a realizar un análisis a fondo del juego de fútbol.
En medio de la goleada que recibió la Selección Mexicana ante Argentina, el tema no era el análisis del partido sino el pleito de lavandería entre David Faitelson y Paco Gabriel de Anda, lo cual no va a contribuir en nada a solucionar el tema esencial del fútbol mexicano: la falta de oportunidades para los futbolistas de nuestro país con talento.
Y los aficionados en redes sociales haciendo fiesta del intercambio de calificativos entre dos personas en televisión, en vez de comenzar a exigir más calidad en la cancha y menos mercadotecnia.
El fútbol mexicano ha vivido de ilusiones y futuros sin sustento en base a comerciales de televisión, por lo menos en lo que yo recuerdo de 1985 a la fecha.
Nuestros castillos de naipes se han fincado en un jugador y no en varios: Hugo Sánchez del Real Madridó Rafael Márquez del Barcelona ó Hirving Lozano del Napoli.
Nuestras ilusiones estaban sustentadas en exportar futbolistas a Europa y nos topamos con que la mayoría no son titulares en sus respectivos equipos y los pocos que lo son se cuidan de lesiones con el tricolor o de plano rechazan ser convocados.
Gerardo Martino tiene los mismos problemas de sus antecesoras: hace lo que puede con lo que tiene.
Y ese es el meollo del asunto, lo que tenemos es poco en calidad de futbolistas y por eso Argentina nos gana 4-0.