Antes de empezar mi perolata, les deseo a los lectores de esta columna salud y éxitos en el año 2020, con el cual vamos a cerrar la década, aunque la mayoría de las personas y medios de comunicación se adelantaron un año al cierre de este período.
La afirmación que hago es hozada pero después de ver lo que ocurrió con el América en la final del fútbol mexicano ante Rayados confirmé esta idea que tengo desde el año 2015, cuando Santos Laguna goleó al Querétaro en el partido de ida de la final del torneo Clausura y después perdió 3-0 en la vuelta del estadio La Corregidora.
Nunca un número seis en la tabla general estuvo tan cerca de ganar un campeonato como se encontró el equipo de Coapa en el partido de vuelta de la final del torneo Apertura 2019, al tener ventaja de 3 goles a 2 en el marcador global y pasando por encima del rival en el primer tiempo.
Esa es la obscenidad de las liguillas en el fútbol mexicano: el equipo que mejor juega no siempre es el campeón, premisa que vivió el Club Santos Laguna en cuartos del final del torneo recién concluido, presisamente ante Rayados.
¿Cómo explicar futbolísticamente que el número seis no sea campeón en México? No tenemos una respuesta puntual.
Desde Necaxa que perdió con una anotación en claro fuera de lugar ante Santos Laguna o el Cruz Azul que cayó en tiempo extra con gol de oro ante Pachuca; o Pumas y León que ganaron sus bicampeonatos derrotando en la final a los números seis que fueron Rayados y Tuzos llegando al Monterrey, uno sólo puede pensar que esto es digno de la “Dimensión Desconocida” porque todos esos equipos tuvieron opción de ganar el título y no lo consiguieron.
Así que lo único seguro que tenemos en las liguillas es que el número seis no será campeón.
