La división persistente y los conflictos en la Comarca Lagunera tienen su origen en antiguas confrontaciones por la tierra y el agua.
A lo largo del tiempo, esas disputas han tejido una historia de desigualdad, fracturas sociales y decisiones divididas entre Coahuila y Durango.
Sin embargo, la raíz común es profunda: la región formó parte de una sola entidad, la Gobernación de la Nueva Vizcaya, hasta 1787.
Ese pasado compartido, y luego fragmentado, explica parte de la complejidad actual de este territorio que, pese a su unidad cultural, permanece administrativamente dividido.
Hoy se reconoce que la Comarca Lagunera está integrada por quince municipios de Durango y cinco de Coahuila, cada uno con su particularidad económica, social y geográfica.
Aun así, el anhelo de los laguneros por construir una identidad regional soberana ha persistido por generaciones.
La Laguna ha sido escenario de profundas luchas sociales, sobre todo entre campesinos y hacendados, que marcaron las páginas más intensas de su historia.
Desde el reparto agrario impulsado por el presidente Lázaro Cárdenas en 1936, la región aprendió a reconocerse como un territorio de trabajo, dignidad y resistencia.
La reforma constitucional de 1992, que modificó el artículo 27 y convirtió la propiedad ejidal y comunal en privada, trastocó ese equilibrio histórico.
Al abrir la puerta al mercado de la tierra, la reforma transformó de manera irreversible la estructura agraria y social de la región.
Fue un golpe silencioso pero profundo, que erosionó el tejido rural, debilitó la economía campesina y alteró las dinámicas urbanas de todos los municipios laguneros.
A ello se suma la crisis ambiental: la sobreexplotación del acuífero, la contaminación del aire, del suelo y del agua, y la deficiente gestión de los residuos sólidos.
Son heridas abiertas por la presión productiva y el crecimiento poblacional.
El proyecto federal Agua Saludable para la Laguna promete aliviar la escasez, pero el problema de fondo persiste: la desigualdad, la inseguridad y la violencia que degradan la convivencia y la confianza institucional.
Ante este panorama, urge construir un nuevo pacto por la Comarca Lagunera.
Un acuerdo que reúna a los tres órdenes de gobierno, al sector productivo y a la sociedad civil en torno a un objetivo común: garantizar la paz social, la equidad y el derecho a una vida digna.
Solo así será posible defender la integridad física, moral y ambiental de esta región que, más que un territorio, es una esperanza compartida.
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