Los genios se van pronto. Empero, los grandes talentos nos dejan un legado que nos lleva de la mano para encontrar la senda de la lógica del progreso material positivo para comprender el desarrollo del espíritu desde la impronta del orden como trasunto de la evolución y el crecimiento.
Como uno de ellos, Jorge Camberos Garibi nos mostró el camino y guió nuestros pasos. No nos dijo “Por allá” sino “Por aquí”… y con ello orientó el rumbo de la metrópoli que habitamos. Sentó las bases para la organización de la planta física de la urbe con sustento en la idea de la optimización de las funciones esenciales en los asentamientos humanos. Nadie como él entendió y descifró los códigos para definir el sentido y la ruta para alcanzar el objetivo superior de una ciudad que aspira a la armonía y al pleno ejercicio de las acciones cívicas y actos políticos de sus ciudadanos.
Jorge interpretó los signos de su tiempo y los proyectó al futuro. Nos dejó lecciones de urbanística y urbanidad, sin parangón, en el relato histórico de la gran Guadalajara que con su visión vislumbró y comenzó a construir desde la planificación basada en el ejercicio de una inteligencia espacial y estructural que le permitió elaborar y aplicar, con claridad y precisión, un modelo eficaz con el que describió paso a paso el proceso metodológico para encontrar las soluciones que demanda el complejo entramado de las diversas dimensiones que en la ciudad convergen y se entrecruzan. Así, vio al horizonte y hacia arriba para imaginar y resolver los alcances de su pensamiento convertido en realidad sistemática en aras de la construcción de los espacios y escenarios para habitar, trabajar, circular y recrearse que la grey ciudadana requiere para experimentar a cabalidad el derecho al desarrollo para vivir en ambientes sanos y sostenibles.
Hoy rendimos homenaje y tributo al Prócer de la Gobernanza que supo leer, con sensibilidad y grandilocuencia, el Zeitgeist –ese espíritu del tiempo– en una época heroica en la que la ciudad madre, en donde vivimos, esbozaba su destino. Con Jorge aprendimos a hacer ciudad y su escuela propició la investigación del fenómeno urbano y, desde la academia, fundó el carácter profesional de sus discípulos, quienes desde el oficio y la aplicación de su sapiencia, aunado a la expresión de su ejemplar manera de concebir el significado del ser urbano, en pro de la integración y fusión de las múltiples y fragmentadas parcelas e intersticios que conforman nuestra fragmentada realidad.
Gracias Jorge por ser quien fuiste y por todo el conocimiento que generaste. Gracias por entregar tu vida al servicio de la gente que encontró en tus ideas el modo de percibir novedosas maneras de experimentar la vivencia cotidiana de su entorno. Gracias por enseñarnos a volar y alcanzar la gracia de la ensoñación que nos ha conducido, poco a poco, hacia la construcción de la ciudad de la poesía que anhelamos amable y generosa. Gracias por el privilegio de tus razones y motivos para crear el sitio que alberga nuestras esperanzas y afanes. Ciudad azarosa y alegre, de folclor y tradiciones, de conflictos y virtudes, moderna y vanguardista, de orgullos y contrastes, glamorosa y rutilante, apasionada y vibrante… esta ciudad que amamos no sería lo que hoy es, sin ti.
Gracias Jorge por el acto poético de tu existencia. Gracias por tu talante y tu talento. JFA