Cultura

Mi realidad simulada

Lo importante es preguntarnos cómo la tecnología afecta nuestra percepción. Rolando Riestra
Lo importante es preguntarnos cómo la tecnologíaafecta nuestra percepción. Rolando Riestra

Voy caminando en la calle como cada día cuando salgo del trabajo. De repente, me quedo viendo a un pájaro que se detuvo suspendido en el cielo y se deja de mover, poco a poco el resto del mundo que está a mi alrededor también se congela. Una grieta se abre en el horizonte como una pantalla vieja. Esta falla y grieta no es mi visión, abarca desde el suelo hasta lo más alto de las nubes, lo que me doy cuenta es que lo que estoy viendo es al horizonte como una pantalla y todo el mundo no es más que una simulación. Esta escena, que pudo salir directamente de una película como The Matrix o Free Guy, nos lleva a una pregunta fascinante: ¿es posible que nosotros también vivamos en una simulación?

La idea de la simulación sugiere que los seres humanos y nuestro mundo pudiéramos no ser reales y que algo o alguien programó una especie de videojuego del que somos personajes. Esta idea tomó fuerza a partir de una publicación de Nick Bostrom en 2003 donde argumenta que la tecnología que se tendrá en algún futuro será suficiente para que nuestros descendientes puedan crear simulaciones que parezcan reales. Ante esto, se abren tres escenarios: i) que la humanidad se extinga antes de alcanzar estas capacidades, ii) que no les interese crear simulaciones o iii) que actualmente estemos viviendo en una simulación. 

Estas ideas parecen sacadas de una película de ciencia ficción pero, analizándolas a fondo, tienen raíces tanto en la filosofía como en la ciencia. Desde la Alegoría de la Caverna, de Platón, hasta los experimentos mentales de Descartes, la humanidad siempre ha cuestionado la naturaleza de la realidad, pero nunca en la historia esta teoría había estado tan presente como ahora, cuando la realidad virtual se entrelaza cada vez más con nuestra vida diaria. Por lo que solo cobrará más fuerza en un futuro conforme la tecnología avance. 

Los videojuegos actuales y aún más con la realidad virtual y los aparatos como el Quest 3, de Meta, nos dan un vistazo de lo que puede ser vivir en una simulación completa, pero ¿cómo sabríamos si ya estamos en una?

Los defensores de la teoría de que estamos viviendo en una simulación a menudo argumentan que, dada la rápida evolución de la tecnología y los avances en la realidad virtual, nos hace pensar que hay posibilidades que una civilización avanzada pueda crear simulaciones indistinguibles de la realidad. El argumento es que si es posible simular universos enteros con seres conscientes, es estadísticamente más probable que existan muchas más simulaciones que realidades base. Además, sugieren que ciertas anomalías en las leyes de la física pueden ser indicios de una simulación. 

Sin embargo, los críticos señalan los enormes desafíos técnicos y filosóficos de esta idea. Desde la necesidad de una potencia computacional inconmensurable hasta las cuestiones éticas que plantea, la hipótesis enfrenta muchas barreras. Además, si no podemos demostrar ni refutar la hipótesis, ¿es una teoría válida? También si estamos en una simulación, alguien tuvo que haberla creado y alguien tuvo que haber creado a ese alguien y así sucesivamente.

Sin importar qué lado quieran tomar, esta hipótesis hace que nos planteemos preguntas muy básicas en un mundo cada vez más digital: ¿qué significa para nosotros la “realidad”? ¿Debemos tratar nuestras vidas virtuales con la misma seriedad que nuestras vidas físicas? 

Además plantea muchos dilemas éticos sobre comportamiento humano entre realidad física y mundos virtuales, donde debemos cuestionarnos si las mismas reglas que planteamos como sociedad deben aplicar para los mundos virtuales. 

También esto nos invita a una reflexión más profunda sobre nuestra existencia. ¿Si vivimos en una simulación, nuestro mundo es determinístico (es decir, todo ya está escrito) o realmente tenemos libertad para crear nuestra propia vida?

Lo más probable es que no podamos nunca comprobar si esta teoría tiene validez y si estamos viviendo en una simulación. Lo más importante es preguntarnos cómo estas tecnologías afectan nuestra percepción de lo que es real y de esta forma limpiar preconcepciones en un mundo donde lo virtual se entrelazará con lo real. Preparémonos para un futuro donde el uso de la realidad virtual y realidad aumentada nos hará dudar sobre si un objeto existe o no.

Después de pensar todo esto en mi cabeza me detengo en la calle. Me doy cuenta que sí, en efecto estoy caminando fuera de mi oficina como cada día, pero a diferencia de mi párrafo inicial: los pájaros vuelan, la gente se mueve impacientemente y los árboles responden al viento en lo que parece un movimiento coordinado, pero aleatorio. Y con esto no me queda más que pensar que en caso de ser una simulación hasta su imperfección es perfecta.


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Jorge Combe
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