Política

Se reabre el juicio de la historia a Cristóbal Colón, hoy el pueblo es juez

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En primer lugar, es importante aclarar que Cristóbal Colón no descubrió nada, el continente americano siempre estuvo ahí; Colón desembarcó el 12 de octubre de 1492 en una pequeña isla hoy llamada San Salvador y que forma parte de las islas Bahamas. No puede uno descubrir lo que siempre ha existido, lo que no estaba cubierto, en todo caso Cristóbal Colón y los demás europeos eran los que estaban cubiertos por una gruesa capa de ignorancia. Colón solo llegó, alcanzó la costa de una minúscula isla, no creó nada, se encontró con un paraíso terrenal.

Cristóbal Colón se asemeja a un ciego que al abrir los ojos descubre la creación y se declara almirante, gobernador y virrey de todo lo que ahora ve con derecho a explotar a las personas y hacer suyas las riquezas naturales. Es por decir lo menos un perverso narcisista y un despiadado invasor.

En segundo lugar, Colón traía un espíritu invasor totalmente depredador, de rapiña, de robo y de saqueo. Como dicen los abogados a confesión de parte, relevo de prueba. Cita Howard Zinn en su libro “People´s History of The United States” el diario de Cristóbal Colon quien escribe al ser recibido por los nativos:

“Ellos….trajeron pericos y bolas de algodón, lanzas, y muchas otras cosas, que ellos intercambiaban por perlas de vidrio, cascabeles. Ellos voluntariamente intercambiaban todo lo que tenían …. Ellos estaban bien formados, con buenos cuerpos y bellos rasgos….Ellos no cargaban armas, y no las conocen, pues les mostré mi espada, la tomaron por el filo y se cortaron. No conocen el hierro. Sus lanzas son hechas de caña….”

Hasta aquí cualquier amigo lector hubiera declarado estar en el paraíso terrenal, pero Cristóbal Colón no pensaba así, y continúa:

“…Ellos serán unos buenos sirvientes …. con cincuenta hombres nosotros podríamos subyugarlos a todos y hacerlos hacer lo que nosotros queramos.”

Inmerso y producto de un mundo de expansión mercantilista, dominado por reyes ambiciosos en pugna, de naciones emergentes en donde la riqueza radicaba en la acumulación de metales preciosos como el oro y la plata, Colón continúa escribiendo:

“Tan pronto como arribamos a las Indias, en la primera Isla que encontré, tomé algunos de los nativos por la fuerza con el fin de que ellos pudieran aprender y pudieran darme información de todo lo que hubiera en estas partes.”

Ante la docilidad de los nativos, Colón promete a los reyes de Castilla “… tanto oro como necesiten…y tantos esclavos como lo soliciten…”

De tal forma, nos narra Howard Zinn, cuando Bartolomé de Las Casas llega a la Isla de La Española en 1508 declara “había 60 000 personas viviendo en la isla, incluyendo a los indios; así de 1494 a 1508, cerca de tres millones de personas habían muerto por guerra, esclavitud, y por las minas. ¿Quién, en futuras generaciones creerá esto? Yo mismo escribiéndolo como testigo presencial a duras penas puedo creerlo…”

De verdad se merece una estatua Cristóbal Colón en el corazón de la Ciudad de México, ¿no es acaso como poner una estatua de Hitler en Jerusalem, o una de Harry Truman en Hiroshima y Nagasaki?

Por lo pronto, en este nuevo gobierno de la gente, se reabre el expediente de Cristóbal Colón, para un nuevo y verdadero juicio de la historia.

Mtro. Jesús Torres Gómez

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Jesús Torres Gómez
  • Jesús Torres Gómez
  • Notario 224 de Ciudad de México y fundador y profesor de la Escuela Internacional de Derecho y Jurisprudencia.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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