No hay certeza jurídica, aunque se corren las sospechas de que Luis Videgaray asesoró el discurso a John Kelly —encargado de seguridad de Trump— donde de manera directa aseguró que no le conviene a México tener un presidente izquierdista ni antiestadunidense. Pero de ser así, y a pesar de sus buenas y plausibles intenciones, no cuajó del todo. Si bien habría sido correcta la intención del canciller de torpedear a López Obrador con que es un peligro para la mafia en el poder que nos quiere gobernar y con que nosotros le seguimos la corriente, los resultados no fueron necesariamente los esperados.
Si México fuera cualquier país normal, de esos que se agachan y se van de lado, querido amigo, no habría problema, pero nuestra patria se cuece aparte y no responde de manera lógica a los estímulos de la política internacional. Como somos bien contreras y patrioteros, y fundamentalmente antiyanquis, es probable que después de esto el muy sensible votante mexicano vaya a sentir simpatías por López Obrador, ya que sería el David que se enfrenta al Goliat Gringo. Es como cuando don Norbeto Rivera excomulga una película, un libro o un show, tiene asegurado el éxito. Lo bueno es que don Luis dejó en claro con toda la valentía y el patriotismo que suelen acompañarlo, primero, que por lo pronto no está preocupado por llegar a Los Pinos (ni aunque Osorio Chong salga más en la tele que Alfredo del Mazo y le esté ganando el mandado), que nunca aceptaría una intromisión de Estados Unidos en materia electoral, por más que, en efecto, López Obrador sea muy peligroso. Sobre todo porque ve Duartes por todos lados y hasta contagió a gente como Catémoc Blanco, que asegura que el nada grato de Graco es peor que Javidú.
Como quiera que sea, es curioso que Kelly se preocupe por un candidato que tacharía de comunista diabólico, y no le haya prestado atención a la cantidad de periodistas muertos o desaparecidos o perseguidos acá de este lado del Río Bravo. Bueno, queda claro que la administración de Trump no tiene mucho interés en el bienestar de la prensa, a menos que hable bien de él y del photoshop de Melania, donde quedó como si fuera Kendall Jenner tomándose una Pepsi para salvar al mundo de los revolucionarios, anarcos y revoltosos.
Creo que la hermanita de Kim Kardashian le debería de llevar uno de esos chescos tranquilizantes a Donald, ahora que está desatado apretando botones rojos.
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