Tiene su gracia ser contradictorio, nunca lo intenten, amiguis, a menos que sean verdaderos profesionales en la materia. Digo, no cualquiera puede pensar y hacer una cosa y luego pensar y hacer cosas diametralmente distintas y retorcidas. Ahí tenemos a nuestros distinguidos periodistas, intelecuáles y comunicadores que experimentaron orgasmos una vez que Julian Assange y los de Wikileaks comenzaron a derramar sobre nosotros una lluvia de información clasificada del gobierno yanqui. (Datos que revelaban la naturaleza intervencionista y miserable de los Estrados Unidos.) Pues ahora, después de que la Cuarta Transformeichon ofrece asilo político al buen Julian, esos mismos personajes, encabezados por un monero Calderón que es más Calderónico que Jelipillo, alegan que Assange ni mexicano es. La clase de humanistas que habrían impugnado rabiosamente contra los Niños de Morelia y quemado a los exiliados del Sinaia.
Adoraban a Assange por snobs y ahora lo abominan más que Donald Trump por comunista, chale.
Lo mismo pasa con las becas para los niños pobres. Bajo el viejo testamento prianista nuestros preclaros voceros derechosos aplaudían a rabiar cuando Jelipillo o mi licenciado Peña le daban a la niñez desprotegida un mendrugo de moneda, debidamente acompañados de una falsa sonrisa. Y ahora, armados de argumentos como de la madrastra de Cenicienta, Scrooge y Claudito XXX González, echan espuma por la boca ante la posibilidad de que los chicos de bajos recursos de Ciudad de México reciban un apoyo para luchar contra los avatares de la vida y de la muerte. Incluso vi una argumentación que ni Javier Lozano ni Lilly Téllez se hubieran atrevido a esgrimir ni metidos en una ambulancia desconchinflada de pésimo y reguetonero gusto. O sea, comparar las posibilidades de chicos de clase media alta que tienen todo a su favor con las carencias bravas de chicos que viven prácticamente a las puertas del infierno es, por decir lo menos, un homenaje a las estructuras mentales de Chente Fox escribiendo Cajón con G.
Algo muy parecido a aquellos que se pusieron peor como la señora López del PAN en sus antimañaneras, solo porque vieron a Catémoc Blanco en una foto con unos maleantes, teniendo ellos mismos sus fotos con el rey de la cuatemiña lavándole sus sabañones americanistas, pero no dijeron nada cuando el Cuauh sale fotografiado con los dirigentes de la Femexfut y con Calderón, esos sí, gente muy pinchi fina.
Jairo Calixto Albarrán
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