Hay gente que, a pesar de ponerse una botarga buena ondita, no es capaz de controlar su temperamento como el subjefe Diego ahora que hizo un berrinche entripado solo porque AMLO recordó la friega que le puso en aquel debate donde lo dejó como lazo de cochino. Es lo malo de ser una personita tan entregada tan puramente a las pasiones porfifirianas y a la defensa de los dinosaurios oligárquicos a los que sirvió, como diría Díaz Ordaz, “con un poco más que horas de trabajo burocrático”. Como lo recordó mi querido Jorge Armando Rocha, eran los tiempos en que a Fernández de Cevallos le decían “La ardilla”, porque se la pasaba en Los Pinos, sobre todo tramando algunos complós contra AMLO que siempre negó, pero que al final se supo que los maquinaba trabajando con su jefe y padrinito, Charly Salinas. De hecho, cabe decir –y lo pueden checar en mis columnas de aquellos tiempos— anuncié que después de la patiza que recibió de López Obrador, solo me referiría al barbón como “subjefe Diego”, pues había sido degradado de tan fea manera que todavía no se repone.
Pobrecito, estaba muy enojado y berrinchudo, pero no tanto como Sandra Baticuevas que, por no saber asar hamburguesas fue más troleada que Xóchitl Gálvez en su cadena de amarguras, se fue contra las feministas de la Plaza Río de Janeiro enclavada en una zona muy fifirisnais de la Ciudad de México quesque porque madres y niños se quejaron que no podían departir alegremente por su culpa. Una lógica medio huarachuda como la que usó para perseguir y reprimir a los bailarines del quiosco Morisco alegando que las familias y los niños se quejaban, cuando en realidad le molestaba la música y la alharaca de la gente entrando por la terraza de su departamentito de interés social. Fue tan grosera con las feministas que pensé que grandes defensores del feminismo como la dotora Dresser (que es tan buena en la reflexión política como Margarita Zavala con la expresión oral), Markitititio Cortés, la Rabadán, Zambranititito, Loretitititito, la señora Piña (que ya debe tener un montón de amparos preparados para apoyar al PRIANChu en su lucha contra las reformas de la Cuatroté en el Senado), Alitititito Moreno, saldrían a poner en su lugar a mi Sandrita querida. Pensé que la llamarían misógina-machista-retrógrada-heteropatriarcal y que por su fakeminismo irredento se encadenarían con ella a la Casa de las brujas que, casualmente, está frente a la plaza.
Seguro no tardan.