Si la Cuatroté decidiera dejar de apoyar a los más necesitados y apoyar a la fifisauriza estos inmediatamente se pondrán como Gremlins en agua de tlacote.
Esto ha pasado muchas veces, pero una de las más ridículas ha sido sobre la revocación de mandato. Igual que en los tiempos de AMLO la derechairiza en éxtasis, salió a decir que se trataba de una cosa maños para poner a López en las boletas electorales. Boicotearon todo el proceso alegando que se trataba de una chicanada, cuando si se hubieran puesto las pilas hubieran podido incidir en algo y medio hacer ruido o algo aún y a léase se a su falta de rating que siempre ha estado mucho más allá de la media tabla. Seguramente nunca hubieran logrado gran cosa, pero habrían establecido ciertos caminos democráticos que siguen aborreciendo. Ahora vemos cómo los prianistas salen con la burrada de qué la revocación de mandato era un truco para poner a Claudia Sheinbaum en la boleta para que los vuelva a humillar. O sea, se ve que no se toman la molestia, ni de revisar sus odios y rencores
Es que a los derechosos de plano no se les da. Tanto resentimiento social no es bueno para la salud.
Bueno, ahí tenemos al inmamable de Ricardo Anaya que al ritmo de esto es insultabolan… puso su cara de “Me da mucho coraje” y empezó a soltar una serie de incoherencias que cualquiera diría que el pazuzu de Vicente Vox los había poseído. Con cara de Xóchitl Gàlvez vestida de botarga, Anayita se puso a gritar frente a los medios que no importaba nada, que la presidenta hiciera lo que quisiera, que el que se ríe se lleva, que a fin de cuentas va a terminar perdiendo porque nadie la quiere y que todos lo van a traicionar. Bueno, un culebrón maniaco que en realidad proyectaba su delirante alucine derechairo.
Un desfiguro emocional digno de un simposio de terapeutas en Buenos Aires derruido por Milei. De verdad, Ricardito tendría que tomarse unas vacaciones de sí mismo porque está a dos de convertirse en uno de los de Molotov, pobrecito.
Por supuesto Anayita casi se va a la embajada yanqui a exigir como Fernsnda Fsmikiar que Trump invada México y nos convierta en sus mascotas tipo Bukele, Marco Rubio, Vance y Milei. O Verástegui que en su muy prianista-yunquista sentido de la vida, debidamente influenciado el neofranquismo, alegando que la etapa más feliz de México fue durante el imperialismo de la corona española, gracias a la cual civilizaron a la bola de bárbaros que le rinden culto a Quetzalcóatl. ¡Chale!