Celebro como pocas cosas en la vida la capacidad del sector opositors para convertirse en los héroes de esta loca película de renglones gelatinosos de Dios. Todo en su noble afán de destruir a la cuarta transformación, con alma, vida y corazón de piedra corazón.
Ahí tenemos a la señora Gómez del Campo, la sobris consentida de Margarita Zavala (de quien aprendió esa manera de hablar en algo muy remotamente parecido al español), armando épicos panchos de pésimo y reguetonero gusto generó una diversión infinita, aunque fuera tan mala su imitación de Carmen Salinas como La Corcholata.
Las diputadas y diputados de Marchelo Ebrard, que están tan extraviados como su guango líder, quisieron dar su propio show de gritos y sombrerazos para declarar su odio contra Morena, y tristemente lo único que lograron fue rendirle un fallido homenaje a Las Lavanderas que, la verdad, no merecían tanto agravio.
Algo que sólo se puede comprar con la manera en que la gordofóbica y estrambótica Kinky Téllez (no manches, serías las delicias de un cónclave de catadores de arrebatos políticamente incorrectos) lleve toda la temporada derribando a pedradas y a gritos lo muy poco que le queda de reputación. Es que se creyó eso de que “Tienes que ver más Vox”. Lo que me llama la atención es que en el KuKluxPAN, con todo y sus ondas kukluxpanescas hiperviolentas, nadie le diga que se gobierne tantito, avalando así sus desmesuras que, aunque cotorras, si ameritarían cuando menos un deslinde. Sobre todo porque los está chamuscando gacho, más que la Rabadán, el ChikiliQuadri y Xóchitl Gálvez.
Seguramente por esas onda fachas que tanto le gustan, mi Kinky experimentó ciertas formas retorcidas del goce al ver que las huestes del Partido Popular y Vox en España sacaron a pasear su franquismo más casposo y zombificado, exigiendo golpe de Estado solo porque la democracia, a la que de por sí abominan, no les regalara el poder que habían perdido en las urnas. Fuera sutilezas.
Un perro osazo, sobre todo cuando se podía ver a muchos jóvenes abrazando a un dictador terriblemente demodé, representante de una ideología de bulbos. Supongo que esta muchachada bestial, atolondrada por los desvaríos fachos de Aznar -el Calderón hispano- que se debieron decepcionar cuando vieron a su héroe, Santi Abascal, que se siente el nuevo Hernán Cortés, salir huyendo cuando se armaron los madrazos y se le hizo agua la canoa.
Ya no hacen a los conservas en almíbar como antes.
